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Yo me sentí acongojada y aturdida, empecé a llorar y pedí ardientemente a lord Gray que me llevase otra vez a mi casa. »Quiso consolarme; el sentimiento del honor se encendió en con inusitada fuerza, y la vergüenza me inflamaba el alma como momentos antes la pasión. Deseé la muerte y busqué un arma para extinguir mi vida; lord Gray fingió enojarse o se enojó realmente.

Sentía en el corazón un vacío doloroso; una hambre aguda, permítaseme esta frase, vacío que sólo ella podía llenar, hambre que sólo ella podía extinguir. Nunca mi voluntad luchó tan poderosamente contra una dificultad que casi tenía para el carácter de un imposible. Amparo huía del mundo y se encerraba con la desesperación de su misterioso amor en un convento.

Era corpulento, rostro moreno y facciones bien acentuadas, enérgicas; el cabello y la barba, blanqueando ya por muchos puntos, fuertes, abundantes, encrespados; los ojos negros y hundidos de mirar imponente. En su fisonomía había una expresión de orgullo y fiereza que ni aun la sonrisa amistosa con que acogió al conde de Onís pudo extinguir por completo.

Si al comienzo de aquella misma noche, que ya se iba a extinguir, una mirada humana hubiera podido escudriñar desde la altura de los cielos lo que pasaba en aquella larga faja de sementeras y olivares que se extiende a la vera de los montes, entre éstos y el Guadalquivir, habría visto que del obscuro caserío de Andújar se destacaba cautelosamente, escurriéndose por detrás de las casas, una hilera de hombres y caballos; que esta hilera se iba alargando por la carretera en interminable procesión, y serpenteaba con lento paso, sin ruido y sin luces; habría visto cómo se iba extendiendo la negra raya, destacándose a ratos sobre la tierra blanquecina, a ratos confundiéndose con los obscuros olivos, sin dejar de seguir paso a paso, como si no quisiera ser vista y anhelara apagar en el polvo el ruido de las cureñas; habría visto que iban delante unos tres mil hombres de infantería, después un escuadrón de caballos, después seis cañones, después un número inmenso de carros, tantos, tantos carros, que ocupaban dos leguas; detrás de los carros nuevos grupos de infantería y muchos generales; después otros seis cañones, dos regimientos de coraceros; luego cuatro cañones, y al fin otro grupo de jefes, seguidos de quinientos hombres de a pie.

No sabes lo que te pescas exclamó a gritos Lady Clara, resistiendo al impulso de sacudir la figurita que tenía ante y de precipitar la verdad por medios de orden puramente material. La rubia cabecita desapareció repentinamente en los pliegues del vestido de la señora de Galba, como esforzándose en extinguir el abrasado color de sus mejillas.

Se diría que cuando la Reforma parecía que iba á extenderse como voraz incendio por todo el mundo civilizado, y ya que no á extinguir á empequeñecer la cristiandad católica, Dios suscitó para ésta un campeón poderoso, cuyas huestes combatieron sin descanso la herejía y la vencieron á menudo en Europa, mientras que al mismo tiempo extendían la fe católica por el resto del mundo, ganando para ella más almas en países remotos y en inexploradas regiones que las que en Europa había perdido por culpa de Lutero y de los otros heresiarcas del siglo XVI.

De cuantas crueldades y tiranías y de cuantas muestras de grosero, torcido y falso celo religioso hizo y dió entonces un partido fanático por el afán de extinguir en España la civilización moderna y de retroceder á una edad de ignorancia y barbarie, que jamás existió y fué completamente soñada, más culpa que dicho partido fanático y servil tuvieron la Santa Alianza, los franceses que ejecutaron sus órdenes y casi toda Europa, abrumando con su peso al pueblo español y desatando las manos de Fernando VII para que, en premio de haber peleado por su trono, cargase á este pueblo de cadenas.

El contexto de toda la narración de esa memoria habrá sin duda persuadido a usted que el medio único de adelantar esta provincia y sacar a sus naturales de la ignorancia, miseria y abatimiento en que se hallan es el extinguir las comunidades, dejando a los indios en plena libertad para que cada uno trabaje para su propia utilidad, comercie con los frutos y efectos de su trabajo e industria, y que en un todo vivan y sean tratados como los demás vasallos del Rey.

Así, mal que le pese a nuestro flamante parentesco, no podemos ser nunca amigos. Pero.... ¿Pero qué? Pero debemos extinguir hasta donde sea posible nuestros odios, considerando que hay un tercer culpable a quien corresponde parte muy principal de esta enorme carga de faltas que y yo llevamos....

En la certeza primitiva, la vision es por luz directa, no necesita de reflexion. Al consignar pues la existencia de la certeza no hablamos de un hecho ciego, no queremos extinguir la luz en su mismo orígen, antes decimos que allí la luz es mas brillante que en sus raudales.