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Yo comprendí.... Dios y mis desgracias me han dado alguna penetración... comprendí que mi buen amigo había encontrado en esta pobre algunos méritos personales, y no estaba conforme con que yo fuera su criada, ni su pupila, ni tampoco su hija; quería llevar su generosidad hasta un extremo tal.... El agradecimiento llenaba mi corazón; ¡qué regocijo me causa el agradecer y el pagar, aunque sea con poco!... Yo acepté entonces los favores de mi protector, y me dije que debía hacer todo lo posible por merecer el bien inmenso que aquel hombre quería hacerme. ¡Ay! cómo luchó entonces por arrancarme lo que aún restaba de lo pasado.... Aún quedaba algo: negarlo sería mentir.

Pero la lógica inflexible de su necesidad la amarraba allí, y no viendo a su compromiso otro remedio, érale forzoso apechugar con aquel caliz. «Ya que he hecho el sacrificio de venir pensaba , no me voy sin probar fortuna». El tiempo apremiaba; ya había dado la una... Dos o tres veces trajo las palabras de la mente a la boca, y allí se le quedaron revueltas con una saliva que era hiel pura. «¡Qué tonta soy! pensaba . ¡Tener reparo delante de esta chiquilla...!». Por fin, tanto luchó, que las palabras salieron tropezando.

Clara luchó denodadamente en los días sucesivos contra sus negros presentimientos, contra sus terrores, contra la sangrienta visión que las palabras de la marquesa habían dejado en su mente. Se mostró con su marido cariñosa y solícita hasta el exceso, procurando envolverle en una red de atenciones.

No tardé en ver entre aquellos admiradores a Olóriz, atusándose, por variar, la barba y dirigiendo miradas lánguidas a Raquel. Se conoce que luchó un poco con el temor, pero que, al fin, se decidió a saludarla. Llegose, pues, y se quitó el sombrero, dejando al descubierto su magnífica cabellera rubia, peinada cual si viniese directamente de la peluquería.

Cosa fué pensada y hecha la reunion de metropolitanos y obispos llamados á secundar tan satánica invencion. Celebróse el concilio convocado por el tirano islamita : el miedo y el rigor luchó en los pechos de los prelados con el amor á la justicia: querian no faltar á esta, ni exasperar mas al rey.

Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de , y después veré su rostro; por ventura le seré acepto. 21 Y pasó el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el real. 22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 24 Y se quedó Jacob solo, y luchó con él un varón, hasta que el alba subía.

Los ojos de éste comenzaron a ponerse encendidos y encarnizados, como los de un lobo, su sangre llameó repentinamente y con brusco ademán la sujetó brutalmente por la cintura. Fernanda dejó escapar un grito ahogado. ¿Qué tienes?... ¿Por qué te enfadas?... ¡Déjame!... ¡Déjame, bruto! Luchó, forcejeó con desesperación, pero no logró desasirse...

La joven luchó algunos momentos con furor; pero no pudiendo desprenderse de aquellos brazos cortos y membrudos de oso, se dejó caer al fin en el asiento, llevose las manos a la cara y rompió a sollozar. ¡Dios mío, ha sido grande el pecado, pero qué castigo tan terrible! Cinco años después. Trascurrieron cinco años.

Vivamos, por consiguiente, persuadidos de esa idea, vivamos perfectamente compenetrados de que la generación que nos precediera fue mucho más desgraciada, mucho más sacrificada que la nuestra. Luchó más tiempo que nosotros.

En 1332 Lucerna, despues de sostener como vasalla varias luchas contra los tres cantones confederados que fueron el núcleo de la gran Confederacion, entró en alianza con ellos, luchó contra el Austria y aseguró su independencia. La dominacion de la ciudad de Lucerna sobre todo el canton fué absoluta y sus instituciones enteramente aristocráticas.