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El DUQUE DE NOCERA, luz y guia Del arte militar, es el tercero Mantenedor de este festivo dia. El quarto, que pudiera ser primero, Es DE SANTELMO el fuerte CASTELLANO, Que al mesmo Marte en el valor prefiero. El quinto es otro Eneas el Troyano, Arrociolo, que gana en ser valiente Al que fue verdadero, por la mano.

A Ford le habían causado tanta exasperación las maneras de aquel hombre, que, al quinto día del nuevo régimen, había protestado, lo cual dio por resultado que Dawson, tranquilamente, colocara dentro de un sobre el importe de un año de sueldo, y en el acto lo dispensara de sus servicios para en adelante, cosa que había tenido intención de hacer desde un principio, no hay duda.

Á más de estos tres palos verticales llevaba la nao bauprés, un quinto menor que el mesana en longitud; muy engallado y agudo en la extremidad. Llevaban capas de lona en las fogonaduras para impedir el paso del agua al interior del buque. Dicho queda que el mastelero formaba cuerpo con el palo ordinariamente y que por ello debe más bien llamarse galope.

Los personajes más importantes del campamento tampoco dormían. Estaban con la pluma en la mano y el pensamiento muy lejos. El ingeniero Canterac, apoyando un codo en su mesa y con los ojos entornados, creía ver el remoto París y en él una casa vecina al Campo de Marte, cuyo quinto piso estaba ocupado por su esposa y sus hijos.

En el colegio, el brutal despertar del «Nuevo» caído del nido familiar, en el cuartel la primera llamada del «quinto» arrancado a su aldea, la primera clase de la pasanta en su pupitre, el primer día de la criada en su fogón, del aprendiz en su taller, del dependiente en su tienda, del meritorio en su oficina, ¡qué calvario!

24 sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 25 y un macho cabrío por expiación; además del holocausto continuo, su presente y su libación. 26 Y el quinto día, nueve becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto;

En una época tal, el convento de las Descalzas Reales tenía una gran influencia. La abadesa era un gran personaje. Era sobrina, aunque lejana, del duque de Lerma, noble y rica. Había aportado un rico patrimonio procedente del dote y de las gananciales de su madre, y del tercio y quinto de su padre al convento. En el mundo se había llamado doña Angela de Rojas. Era rica.

CIPION. JUGURTA. GAYO MARIO. DOS EMBAXADORES DE NUMANCIA. SOLDADOS ROMANOS. QUINTO FABIO. MAXIMO: hermano de Cipion. Salen CIPION y JUGURTA.

Repítale usted más bien estos versos del mismo amigo Isagani: Agua somos, decís, vosotros fuego; Como lo querais, ¡sea! ¡Vivamos en sosiego Y el incendio jamás luchar nos vea! Sino que unidos por la ciencia sabia De las calderas en el seno ardiente, Sin cóleras, sin rabia, ¡Formemos el vapor, quinto elemento, Progreso, vida, luz y movimiento!

En aquella sazón mi paraguas ocupaba una de las más altas posiciones de Madrid: se encontraba en un piso tercero, con entresuelo y primero. Arranquémosle la careta: era un piso quinto. Las escaleras me fatigan casi tanto como los dramas históricos: a veces prefiero escuchar una producción de Catalina o Sánchez de Castro, con reyes visigodos y todo, a subir a un cuarto segundo.