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Actualizado: 13 de mayo de 2025


En una palabra, un gran artista que discurría como Miguel Ángel y ejecutaba como Velázquez. Lo que no tenía, por ser español, era dinero; mas a consecuencia de haber enviado obras a exposiciones extranjeras y haber retratado a una embajadora hermosísima, era su nombre conocido en toda Europa.

La comida fue divertidísima; Currita tuvo el capricho de mandar preparar a su cocinero un menú; japonés, y todos se sentaron a la mesa con los mismos trajes japoneses con que en diversos grupos y actitudes se habían retratado en la cabaña de Fernandito.

Casi por los mismos meses haría otros dos retratos del Rey y de su primera esposa, doña Isabel de Borbón, ambos de medio cuerpo, que están en el Museo Imperial de Viena. En Madrid tenemos al Rey retratado por entonces dos veces. Esta figura de Felipe IV es una de las puestas y movidas con mayor elegancia entre todas las que pintó. La segunda en traje de gala y a caballo.

Lo que había que desear ya era que la prójima se perdiese completamente de vista; que entre la familia y ella mediasen abismos infranqueables; que pudiera decir doña Lupe a los amigos: «esa mujer se ha muerto para ». La sombra de Jáuregui parecía venir en ayuda de las determinaciones de su ilustre viuda, porque a esta le faltaba poco para ver a su marido salirse de aquel cuadro en que retratado estaba, tomar vida y voz para decirle: «Si no arrojas de tu casa a esa pájara, me voy yo, me borro de este lienzo en que estoy, y no me vuelves a ver más.

Pero, a cabo de dos días que caminábamos, al entrar de una posada, en un lugar una jornada de aquí, le vi a la puerta del mesón, puesto en hábito de mozo de mulas, tan al natural que si yo no le trujera tan retratado en mi alma fuera imposible conocelle.

Mi madre, que era discreta y callada, o no sabía o aparentaba no saber del San Vicente sino el nombre del autor, su mérito como objeto de arte y la inmediata procedencia por donde llegó a sus manos. De sobra reconocía además, y no lo disimulaba, que el artista había tomado para modelo de su Santo el bello y noble rostro del marqués, marido de ella, y le había retratado con fidelidad pasmosa.

Y acariciando las tempranas flores, Con música y aroma el aire agita. En la rica estación de los amores Amor en todo corazón palpita; Pero en el alma del zagal Mirtilo Halla perpetuo asilo. Allí ingenioso el dios labra un dechado De gracia encantadora, Donde con fiel esmero ha retratado Á Clori bella, á la gentil pastora. Por quien Mirtilo muere.

En la mano derecha tiene un chupador de plata, y en la izquierda una manzana . Beruete, de quien tomamos estos datos, dice que, durante algún tiempo, se atribuyó el cuadro al Corregio, suponiendo que el retratado era un príncipe de Parma; pero hoy dos ilustres críticos, Justi y Armstrong, el segundo con ciertas reservas, reconocen en él la mano de Velázquez.

Pero a aquel buen señor, retratado en la Sala Capitular con peluca blanca, labios pintados y ojos azules, le llamaban más los goces del mundo que las grandezas de la Iglesia, y abandonó el arzobispado para casarse con una dama de modesta estirpe, riñendo para siempre con el monarca, que lo envió al destierro.

Por último, había una tercera fotografía que no dejaba nada que desear. Allí estaba el joven señor clara, fiel y nítidamente retratado. Su rostro era hermosísimo. Los ojos eran grandes y expresivos; la barba parecía sedosa, abundante y muy bien cuidada y atusada. La nariz, un tanto cuanto aguileña, daba cierta majestad a su expresión.

Palabra del Dia

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