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Actualizado: 9 de junio de 2025
Entendióle muy bien don Quijote, y con mucho sosiego le respondió: -Si fueras caballero, como no lo eres, ya yo hubiera castigado tu sandez y atrevimiento, cautiva criatura. A lo cual replicó el vizcaíno: ¿Yo no caballero? Juro a Dios tan mientes como cristiano. Si lanza arrojas y espada sacas, ¡el agua cuán presto verás que al gato llevas!
Ente ridículo, bailas sin alegría, tu movimiento turbulento es el movimiento de la llama, que sin gozar ella, quema. Cuando yo necesito de mujeres echo mano de mi salario, y las encuentro, fieles por más de un cuarto de hora; tú echas mano de tu corazón, o vas y lo arrojas a los pies de la primera que pasa, y no quieres que lo pise o lo lastime, y le entregas ese depósito sin conocerla.
Tu saña fugitiva mayor venganza toma en perdonarme; pues mi tormenta aviva ¡qué pesar! no acabando de matarme con las ondas de hielo, que á la tierra me arrojas desde el cielo. ¿Por qué de tus cristales me dejas salir vivo, si procuro en tan continuos males ser de tu nieve infausto Palinuro, y no en pena crecida morir á manos de mi propia vida? ¿Por qué del fuego mio no apagas el incendio rigoroso? ¿Por qué en tu centro frio á mi pena no das sepulcro undoso?
Lo que había que desear ya era que la prójima se perdiese completamente de vista; que entre la familia y ella mediasen abismos infranqueables; que pudiera decir doña Lupe a los amigos: «esa mujer se ha muerto para mí». La sombra de Jáuregui parecía venir en ayuda de las determinaciones de su ilustre viuda, porque a esta le faltaba poco para ver a su marido salirse de aquel cuadro en que retratado estaba, tomar vida y voz para decirle: «Si no arrojas de tu casa a esa pájara, me voy yo, me borro de este lienzo en que estoy, y no me vuelves a ver más.
Los esposos salieron cabizbajos, y cuando se despedían de Doña Sagrario en la puerta, el condenado vejete agarró con su zarpa acerada el brazo de Tablas, que a su lado estaba, y con ardiente anhelo le dijo: Tablas, cuatro duros, cuatro duros para ti, si vas ahora y le das un puntapié a ese tunante y le arrojas rodando por la escaleras. No hagas daño a mi nieta, ¿entiendes? a mi nieta no.
Palabra del Dia
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