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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Estoy seguro de que mis lectores no llevarán á mal este desahogo de un alma agradecida y lacerada, porque ¿quién no tiene en el mundo algo que agradecer? ¿Quién no tiene deudas sagradas que pagar? Pongo este ejemplo en primer lugar, porque José Mallol no me daba lo que él tenia, sino lo que arrancaba de su existencia.
No la veremos ya con su carabina maja corriendo por el monte y por las eras, pero dende aquí en adelante las piedras que ella haya pisao, las fuentes en que haya bebió, las sombras en que hacía alto para descansar serán para nosotros sagradas como si allí hubiese puesto sus pies benditos la mesma Virgen del Carmen.
En todo caso, no permitía que se quedara solo, ni siquiera por un segundo, en el cuarto de la muerta. Tenía la puerta cuidadosamente cerrada: no toleraría decía ella para explicar su conducta, que los objetos dejados por Olga, considerados por ella como reliquias sagradas, fueran profanados por manos y miradas extrañas.
De todos modos, doña Inés siguió admirando la virtud de Juanita, y aun formó desde allí en adelante sobre su casta entereza un concepto muy superior al que tenemos de las antiguas heroínas que nos ponen por modelo las historias sagradas y profanas.
El poeta árabe Ibn Shoheyd entró una noche en ella, vióla toda engalanada, llena de luces, cubierto el pavimento de ramas de mirto, en el momento de celebrarse en ella alguna solemne funcion, y salió escandalizado de las sagradas ceremonias de que habia sido testigo.
La honra de su esposa la veía pisoteada por todos los circunstantes. Su infamia palpitaba allí, en la plaza pública. Si la noticia llegaba alguna vez á oídos de los parientes y de las compañeras de infancia de aquella mujer, ¿qué otra cosa les quedaría sino el contagio de su deshonra, tanto mayor cuanto más íntimas y sagradas hubieran sido sus relaciones de parentesco?
¡Cuántas visitas le hace la intranquila esposa que aguarda la vuelta de su marido! Al anochecer, y también á media noche, la hallaréis allí sentada, aguardando y pidiendo que la bienhechora luz que brilla en lo alto traiga al ausente, lo conduzca á puerto con seguridad. Con justicia, los antiguos honraban el altar de los dioses salvadores del hombre en sus piedras sagradas.
Dixe que señala por causa, no lo que es, sino lo que él piensa, porque la causa de semejantes efectos, en el modo que algunas veces la señala el Orador, es oculta, y la Iglesia no la ha declarado, ni los SS. Padres la han propuesto, sino que el Orador se la finge, y acomoda como le parece; y por esta especie de sofisma señala causas arbitrarias á los sucesos referidos en las sagradas Escrituras, y no los puede persuadir á los hombres de juicio, porque le faltan pruebas sólidas con que poderlas fundar.
A pesar de lo cual, la personalidad artística y social del maestro debió de merecer tal respeto a sus conciudadanos que llegó a ser alcalde y veedor del oficio de pintores, y el Santo Oficio teniendo atención a su cordura y prudencia le encargó que tuviese particular cuidado de mirar y visitar las pinturas de cosas sagradas que estuviesen en sitios públicos, dándole para ello comisión, cual se requiere de derecho.
Puesta esta necesidad, queremos mostrar, que la voz de Dios por la revelacion se halla en las Santas Escrituras del Viejo y Nuevo Testamento, contra los Sectarios modernos, que el primer paso que dan para establecer su impiedad es negar la Divinidad de las Sagradas Letras.
Palabra del Dia
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