Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
GOBERNADOR. Yo soy el Gobernador; ¿qué es lo que queréis, buen hombre? CHANFALLA. A tener yo dos onzas de entendimiento, hubiera echado de ver que esa peripatética y anchurosa presencia no podía ser de otro que del dignísimo Gobernador de este honrado pueblo. GOBERNADOR. Y bien, ¿qué es lo que queréis, hombre honrado?
El Egipcío no cabia en sí de enojo. ¡Qué abominable pais es Basora! mil onzas de oro no me han querido dar sobre la alhaja mas preciosa del mundo. ¿Cómo así? dixo Setoc; ¿sobre qué alhaja?
Con efecto citó al tribunal al hebreo, y habló al juez en estos términos: Almohada del trono de equidad, yo soy venido para reclamar, en nombre de mi amo, quinientas onzas de plata que prestó á este hombre, y que no le quiere pagar. ¿Teneis testigos? dixo el juez.
¿Ves? Pues tiene celos el marido. Lo decía yo.... Si tú eres un inocentón. ¡Hija, hija, hija! ¡Cualquiera me la pega a mí, a mí, en esas cuestiones! Te digo, te digo, que no tenían nada Artegui y Lucía, y Lucía.... Ahora mismo apuesto cuatro onzas, cuatro onzas....
Por la mañana madrugó porque tenía una cita: a las diez se vino a encargar el billete para la Opera, porque hoy daría cien onzas por un billete; no puede faltar. ¡Estas mujeres le hacen a uno hacer tantos disparates!
Ahora ya no habían arrieros gananciosos que dedicasen unas cuantas docenas de onzas de oro al viaje del Niño Jesús y de sus devotos. Los más ricos se habían ido del pueblecillo; sólo quedaban arrieros pobres, de los que aceptan un viaje á El Paposo en Chile ó á Tarija en Bolivia por lo que quieren darles los comerciantes de Salta.
Con motivo de los susodichos censos, el señorito buscó asiduamente las onzas del nuevo escondrijo de su madre; tiempo perdido: o la señora no había atesorado más desde el robo, o lo había ocultado tan bien, que no diera con ello el mismo diablo.
Pero, don Elías de mis pecados, ¿qué quiere usted que haga yo con cinco onzas...? ¿Qué le pareció aquel sargentón que habló anoche?
Era la historia de José María, «el rey de Sierra Morena». Las enfermizas imaginaciones de estos torpes engendros exaltábanse al leer, en el silencio del encierro, las hazañas del caballeresco bandido, al contemplar en las láminas las arrogantes figuras de los paladines de carretera, con sus grandes patillas, el trabuco debajo del brazo y el cinto repleto de onzas.
Valia esta unas sesenta onzas de oro; pero me vían pobre, y con premura de vender. El primero á quien me dirigí me ofreció treinta, el segundo veinte, y el tercero diez; y la iba á dar por este precio, segun estaba ciego. Vino á la sazon á Babilonia un príncipe de Hircania, asolando todo el pais por donde pasaba, el qual saqueó mi casa, y despues le puso fuego.
Palabra del Dia
Otros Mirando