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Actualizado: 1 de septiembre de 2024


Cabe anchurosa playa de fina y suave arena, y al pié de una montaña cubierta de verdor, planté mi choza humilde bajo arboleda amena, buscando de los bosques en la quietud serena reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor.

Para el segundo no hay el recuerdo de ayer, ni la prevision de mañana; no hay mas que lo presente, el goce de ahora, lo demas no existe; para el primero hay la enseñanza de lo pasado, y la vista del porvenir; hay otros intereses que los del momento, hay una vida demasiado anchurosa para limitarla á lo que afecta en este instante; para el segundo el hombre es un ser que siente y goza; para el primero el hombre es una criatura racional, á imágen y semejanza de Dios, que se desdeña de hundir su frente en el polvo, que la levanta con generosa altivez hácia el firmamento, que conoce toda su dignidad, que se penetra de la nobleza de su orígen y destino, que alza su pensamiento sobre la region de las sensaciones, que prefiere al goce el deber.

Un cerdo, de rato en rato, pasa gruñendo; calla, se detiene y hociquea en las aguas sucias un momento; gruñe de nuevo y avanza otra vez con un corto trotecillo nervioso... Desemboco en una anchurosa plaza formada por viviendas terreras y tapias de corrales, cerrada por la enorme masa rojiza de un convento. Me siento en una piedra y contemplo un instante el vetusto monasterio.

El patio de la casa era el solio de su soberanía. Sus partidarios le encontraban paseando de un extremo a otro, por entre los verdes cajones de los plátanos, con las manos cruzadas en la espalda anchurosa, fuerte y algo encorvada por la edad: una espalda majestuosa, capaz de sostener a todos sus amigos.

Las pilas del agua bendita, obra del maestro Antonin Moyne, son una verdadera preciosidad á los ojos del arte. Nos volvimos para dirigir una mirada hácia el fondo del templo, y nuestros ojos aturdidos se perdieron en una sola nave, alta, anchurosa, iluminada, inmensa, llena de valentía, de fuerza y majestad.

Sube conmigo á esa enhiesta torre y mira á tu alrededor: á tus piés un gigantesco templo; á tu frente un caudaloso rio, ya despojado de las frondosas alamedas de sus orillas; á tu derecha tristes reliquias de suntuosos alcázares derruidos; á tu izquierda una dilatada y heterogénea aglomeracion de edificios de todas las épocas, partidos en dos grandes secciones por una larga y anchurosa via que marca las sinuosidades de una antigua muralla divisoria, en la que descuellan á trechos algunos torreones mutilados, últimos centinelas heridos de una hueste esterminada.

Pablito, que no la había tropezado todavía en la calle, se animó con los consejos de Piscis a ir a San Antonio. Montaron, pues, a caballo temprano, y se lanzaron por la anchurosa y empolvada carretera de Lancia sombreada un buen trecho a la salida de la villa, por grandes olmos. La vía era ascendente, aunque sin gran declive.

»Sea el atrio vasto, espacioso, desahogado: con abundantes y puras aguas para tas abluciones: tal que despues de edificado no haya lengua que ensalce el atrio de Santa Sofía. Descanse todo él sobre una anchurosa cisterna de bóveda subterránea, de modo que el peregrino de tierras de Asur, al refrescarse á la sombra de sus naranjos se crea transportado á los pensiles de Babilonia.

Preténdese que aun separados prosiguen sus amoríos, y que el fiel tiburón, enamorado de su compañera, la sigue hasta que pare, ama á su presunto heredero, único fruto de aquel enlace, y jamás, jamás se lo come, sino que le acompaña siempre y vigila sus pasos, y, caso de peligro, este padre excelente se lo traga y le da abrigo en su anchurosa boca, pero no lo digiere.

Original ocurrencia la de querer combatir el escepticismo con un sistema que le abre la mas anchurosa puerta. Como estas prescinden absolutamente de la existencia, puede suponérselas conocidas hasta por un entendimiento que no las produzca en la realidad.

Palabra del Dia

jediael

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