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Y encima de esas cabezas desnudas y esas moles de formas sorprendentes sin estratificación ninguna visible, descuellan perpendicularmente á lo lejos, como lámparas de plata y diamante pendientes del cielo, los altísimos lomos y las cúpulas entrecortadas de los nevados de la Sierra. Aquello es de una hermosura suprema, que convida al artista á la contemplación y desafía toda descripción....

No tan bella parece la ciudad en su interior, antes bien produce una impresión algo desagradable lo empinado de sus cuestas, lo tortuoso de muchas lóbregas calles, y el mezquino y ruinoso aspecto de sus edificios, entre los cuales descuellan por su solidez y grandes proporciones, ya que no por su artística belleza, la casa de la Comunidad y el Seminario, edificios situados el primero en la antigua plaza de la Marquesa, ahora de la Libertad, y el segundo en la plaza de su nombre dando ya fuera de la ciudad.

Por último, de la gran cadena con que Sierra-Morena divide por medio el pentágono de la parte montuosa de Córdoba, se desprenden y caen al mediodia como hileras de gigantes curiosos de mirarse en la corriente del sacro Bétis, tres principales ramales; dos de ellos mueren en la ribera, y el tercero en las altas llanuras donde descuellan las ruinas del castillo de Albacar.

La dehesa de Córdoba la vieja, que á los ojos del vulgo no es mas que un llano descampado con leves sinuosidades hácia la parte de la Sierra en cuya falda apoya, y donde sobre la viciosa vegetacion espontánea propia de aquel delicioso clima descuellan de trecho en trecho algunas encinas é higueras silvestres, se descubre inmediatamente á los ojos del observador atento como vasta ruina de alguna construccion importante, y á los del arqueólogo como precioso depósito de una de las páginas mas interesantes del libro monumental: página lastimosamente despedazada, mas no del todo perdida.

Desde entonces, así los que compusieron los prólogos, introducciones y notas á los varios autores que publicó Rivadeneyra, como otros eruditos que tal vez han venido después, y entre los que descuellan Menéndez y Pelayo, Adolfo de Castro, Laverde y Canalejas, han ido juzgando y estimando en lo que se debe nuestra amena literatura, poesía lírica y épica, novelas y teatro, y hasta nuestros historiadores, filósofos y demás hombres de ciencia.

Pero ya trataremos de esto más adelante. Mientras tanto, y teniendo ahora presente el gran número de comedias suyas, en que la idea representada se destaca inmediatamente, sin el auxilio de la alegoría, en los varios giros y momentos de la vida, no es posible desconocer la multitud de caracteres que descuellan en las mismas, todos de formas plásticas, y disfrutando de un principio vital propio é íntimo.

La princesa doña Juana y el rey prudente Don Felipe se interponen casi de continuo y nos encubren o no nos dejan ver a D. Cristóbal. Hasta los personajes de tan corto valer moral e intelectual, como el rey cardenal D. Enrique y como D. Antonio, Prior de Crato, descuellan por el pedestal en que están colocados, y por la posición social que ocupan, y tapan también a D. Cristóbal de Moura.

Es muy de notar que ninguno de los historiados cristianos, entre los cuales descuellan Ambrosio de Morales, el P. Roa, Diaz de Ribas, Florez, Masdeu, y otros no menos diligentes en la investigacion de las memorias y documentos de España bajo el dominio de los árabes, haga mencion, ni leve alusion siquiera, á este hecho de la venta de la basílica cristiana á los Mahometanos que refiere Ar-razi.

El buen doctor de Parthenay nos ha citado los nombres de ciertos ilustres maestros que descuellan por la habilidad con que reparan con éxito las injurias que sufre el cuerpo humano.

Sube conmigo á esa enhiesta torre y mira á tu alrededor: á tus piés un gigantesco templo; á tu frente un caudaloso rio, ya despojado de las frondosas alamedas de sus orillas; á tu derecha tristes reliquias de suntuosos alcázares derruidos; á tu izquierda una dilatada y heterogénea aglomeracion de edificios de todas las épocas, partidos en dos grandes secciones por una larga y anchurosa via que marca las sinuosidades de una antigua muralla divisoria, en la que descuellan á trechos algunos torreones mutilados, últimos centinelas heridos de una hueste esterminada.