United States or Nepal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Discutieron un rato, y tales razones dio la niña en apoyo de la nueva funcionaria, que no tuvo más remedio Doña Francisca que reconocer su necesidad. , : ¿cómo se habían de pasar sin doncella?

A me da la idea de que ha ido en tranvía y de que está allí un poco azorado, como en una visita de cumplido. Sus personajes la anciana de la cofia, la niña que tiene el pecho de cristal, etc. le rodean, y según decía la admiradora desconocida, parece que están hablando. Parece que están hablando y hablando en prosa, y esto es lo malo, porque en escultura no se debe hablar.

El dinero dado era poco, más los réditos eran muchos; tu sudor era el pago. Tres años de continuos trabajos, no solo no bastaron para amortizar el capital, sino que acumularon los réditos. La madre de la pobre niña murió. La hipoteca que aquella contrajo, estaba existente.

Y ¿eso más? dijo doña Clara . Por vida del Tiniente, mi señor, que me la has de decir, niña de oro, y niña de plata, y niña de perlas, y niña de carbuncos, y niña del cielo, que es lo más que puedo decir. Dénle, dénle la palma de la mano a la niña, y con que haga la cruz dijo la vieja , y verán qué de cosas les dice; que sabe más que un doctor de melecina.

El bizarro joven no abandonaba aquella sonrisa de ironía maliciosa. Guardó silencio un instante, y dijo al cabo: ¿Sabe usted, tía, qué nombre damos entre nosotros al casarse de este modo? ¿Cómo? Tomar estiércol. La marquesa sonrió con el borde de los labios; pero poniéndose grave en seguida, replicó: No; aquí no se puede decir eso, Pepe. Te repito que esa niña merece un partido brillante.

Ya ves que está acostumbrado a comer en casas grandes. Justamente: como la taberna de Boto, en la calle del Ave María... ración de guisado, a real; con pan y vino, treinta y cinco céntimos. Estás hoy... que no se te puede aguantar. Pero a todo me avengo, Nina. mandas. ¡Ay, si yo no mandara, bonitas andaríamos! Ya nos habrían llevado a San Bernardino o al mismísimo Pardo».

Entonces se fijó Simón en la niña; y olvidando por un momento sus disgustos, corrió también hacia ella. ¿Te has caído? la preguntó con cariñoso anhelo . ¿Te han pegado? ¿Por qué sangras?... ¡Habla, hija mía, por Dios!... La niña, después de sollozar un rato, refirió, punto por punto, cuanto la había ocurrido.

La carta continuaba así: «...En vano para conmoverme finges gran interés por aquel ser desgraciado que vino al mundo como testimonio vivo de la funesta alucinación y del fatal error de su madre. ¿A qué ese sentimiento tardío? ¿A qué acusarme de su abandono? No, esa niña no existe; te han engañado los que te han dicho que yo la he recogido.

¡Cabá! saltó la rondeña estremeciéndose : pa que la niña ze malograra a lo mejó... Soltó una risotada el tuerto Bermúdez y dijo: Me gusta que te tiente ese deseo, Nieves, y te prometo satisfacértele muy a menudo, sin los riesgos que asustan a Catana... Mira un vapor... ¿En dónde? En el horizonte... Fíjate bien en el punto que yo señalo. Ya le veo... ¿Le ves , Catana? No le veo, niña.

Acepte usted, pues, señor duque, y no desprecie a la fortuna. ¡Cómo! yo le traigo a usted en mis manos la salud para la señora duquesa, el bienestar para usted y un fin dulce y tranquilo para la pobre niña que se extingue entre privaciones de todas clases; levanto su casa que se derrumba entre el polvo; le doy un nieto ya criado, un niño magnífico que podrá unir su nombre de usted al de su padre, y todo eso, ¿a qué precio?