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He recibido cita, para la apertura del testamento, del notario y de las personas designadas por la muerta como ejecutores testamentarios. La reunión se verificará mañana. Máximo de Cosmes a su hermano. Excepto unas mandas a los pobres, a ciertas obras de beneficencia y a los criados, la señorita de Boivic deja toda su fortuna, unos cuarenta mil pesos, a su sobrina Elena Lacante.

Todo se va ordenando del modo más a propósito para que se hable, se comente y se murmure lo menos posible. Las mandas están repartidas; mi mujer ha tomado una linda suma: los parientes del Marqués han recibido joyas, dinero y fincas. Queda aún por entregar lo mejor de la herencia.

Después de las mandas piadosas y benéficas, que eran muchas, entre ellas una muy importante relativa a la escuela municipal, hacía muy buenos legados a sus sirvientes, en particular a Facia, a la cual dejaba en propiedad, amén de su correspondiente legado en dinero, la casería, con tierras y ganados, en que había vivido recién casada con el bribón que la engañó; perdonaba todas las deudas a sus convecinos de Tablanca, y las rentas del año en que falleciera a los llevadores de sus haciendas, cabañas y rebaños.

¿No te importa que tu primo Miguel?... ¿Mi primo Miguel? Yo le llamo siempre el duque de Estrelsau. Y Miguel cuando le hablas. , por orden del Rey tu padre. Eso es. ¿Y ahora por orden mía? Si así me lo mandas. Desde luego. Conviene que todos nos mostremos muy amables con nuestro querido Miguel. ¿Y supongo que también me ordenas recibir a sus amigos? ¿Los seis? ¿ también los llamas así?

A las diez fue a su casa y se puso a redactar su testamento, dejando la mitad de su fortuna a Antoñita, un legado de cien mil francos a Felipe, que todos los días había ido a enterarse del curso de la enfermedad de Magdalena, y distribuyendo el resto en diferentes mandas.

Déjame, hijo mío dijo el judío , déjame que examine ese saquito. Y sus ojos echaban chispas bajo sus espesas cejas. Vea usted, padre respondió Blasillo. ¡Por las cinco estrellas de Stemboth! éstas son las insignas de uno de los grados más altos de nuestra asociación, y yo debo obedecer a los que las posean, sin informarme de qué modo han llegado a sus manos. ¿Qué me mandas, hijo?

Hacer lo que me mandas está llano Con condicion que en el camino cuentes, Quién á tu amado esposo y caro hermano Truxo á los postrimeros accidentes. Amigo, ya el hablar no está en mi mano. Qué tan al cabo estas? qué tal te sientes? Lleva á tu hermano, pues que es menor carga, Y yo á tu esposo, que mas pesa y carga. Salense llevando los dos cuerpos.

Y cuando descubres que son palabras, blasfemas y maldices. En tanto el pobre asturiano come, bebe y duerme, y nadie lo engaña; y si no es feliz, no es desgraciado, no es al menos hombre de mundo, ni ambicioso, ni elegante, ni literato ni enamorado. Ten lástima ahora al pobre asturiano. me mandas; pero no te mandas a ti mismo.

Verdad también, que, raro era el testador de regular posición social, que no recompensaba los servicios que sus esclavos le habían prestado «ahorrándolosesto es, concediéndoles plena libertad y hasta otorgándoles mandas ó legados para atender á su sustento.

Al frente de ellos figuraba Celedonio, que en vida de Madariaga se había enriquecido ya sin otro trabajo que escucharle, repitiendo: «Así será, patrónMás de un millón de pesos representaban estas mandas en tierras y reses. El que completaba el número de los beneficiados era Julio Desnoyers.