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El Rio Ivary nace en las llanuras inundadas que están al oeste del pais de los Guarayos, y dirigiéndose hácia el norueste, recibe por su izquierda las aguas de los rios Tico y de San-Antonio, yendo á reunirse con el Mamoré un poco mas arriba de la Trinidad de Moxos. Ente rio es navegable casi en todo el largo de su curso.

Y a todas las instancias que Fernando le hacía, replicaba ella: Conozco las brillantes cualidades que te adornan... Conozco tus virtudes... Pero no deseo el matrimonio; sólo puedo encontrar mi dicha en la soledad del claustro.

Viendo sus esfuerzos defraudados, la doncellita adoptó el acuerdo de salirse de la estancia sin hacer ruido. El Sotillo le causaba ahora una impresión extraña, mezcla de dolor y de alegría, de agitación y de sosiego. Desde el día fatal, hacía ya más de un año, en que su esposo huyera para siempre, no había puesto los pies allí. Pero desde hacía ya tiempo soñaba con él.

Ella le hacía el nudo de la corbata, ella sacudía el polvo de su traje, ella le echaba al cuello un pañuelo de seda para preservarlo de la húmeda brisa.

Pues apretad el paso, que yo voy hacia alláAl llegar a esta calle tratamos igualmente de informarnos, y también fue en vano; mas en la plaza de la Cebada, al preguntar a un grupo de hombres, todos armados de carabinas, que había delante de una taberna, nos replicó uno de ellos: «¿Ese D. León que manda una barricada, es alto, de bigotes blancos, señor. «¡Toma dijo volviéndose a sus compañeros pues si es el general LeónQuedamos maravillados y pedimos con afán ser presentados a él.

Y si él no me busca, le buscaré yo... Yo tengo mi idea, y no hay quien me la quite». Incorporose después, quedándose apoyada en un codo y mirando a los ladrillos. Sus ojos se fijaron en un punto del suelo. Con rápido impulso saltó hacia aquel punto y recogió un objeto. Era un botón... Mirolo tristemente, y después lo arrojó con fuerza lejos de , diciendo: «es negro y de tres aujeritos.

La estación, que iba adquiriendo la importancia de un lugar histórico, parecía un túnel estrecho por el que intentaba deslizarse todo un río, con grandes choques y rebullimientos contra sus paredes. Una parte de la Francia en armas se lanzaba por esta salida de París hacia los campos de batalla de la frontera.

Van-Stael se había vuelto de pronto hacia el sitio que en el bosque ocupaban los piratas, poniéndose pálido. ¿Qué has visto, tío? preguntaron con ansiedad Hans y Cornelio, montando los fusiles. He visto brillar una llama en las tinieblas. ¿Dónde? preguntaron todos. Hacia el bosque. ¿Tratarán los piratas de incendiarnos la casa? preguntó Van-Horn. Me lo temo respondió el Capitán.

Miren, miren a la gatita de Mari-Ramos, que hacía ascos a los ratones y engullía los gusanos! ¡Malhaya la niña de la media almendra!

A parte de las malas inclinaciones y del carácter indomable del muchacho, la verdad es que Bernardino, obligado a buscarse el pan cotidiano donde podía, no hacía por él todo lo que debiera; siendo causa de esta desidia el poco cariño y aun cierto encono que sentía contra aquel rapazuelo, hijo de la vejez de su padre y de una odiada madrastra, que apenas muerto el anciano, de privaciones y disgustos, alzó el vuelo con un bombero vecino, dejándoles el niño aquel en hipoteca.