United States or Denmark ? Vote for the TOP Country of the Week !


, señores decía un hombre de reducida estatura cubierto con una peluca empolvada, y cuyo vestido estaba adornado de cordones; ¡por mi parte, nada temo, y, en consecuencia, hablo muy alto!... ¿Creerán ustedes que yo, grande de España, conde de Fonseca, marqués de Priego, he hecho una antesala de dos horas en el palacio de nuestro Rey? Como yo murmuró en voz baja Carvajal.

Temo que se ofenda mi señora doña Inés, a quien bien quiero y a quien debo mil favores. Y temo más aún que se ofenda don Paco, quien..., fuera disimulo, ya es tiempo de que lo sepa vuecencia si no lo sabe..., es mi novio. ¿Y cómo dijo don Andrés recelas que don Paco se escape otra vez y se vaya a vagar por esos andurriales?

¡Y así lo haré! afirmaba la mujer . ¡Oh, Madrid! ¡cómo lo odio! ¡qué horror quedarme aquí para siempre!... Y bien mirado, lo que temo es vivir en él... sin ti... ¡Pobrecito Madrid! ¡Yo que lo quiero tanto! ¡yo que te he conocido viviendo en él!... Pero no, no podría estar aquí una semana más. Te vería por todos lados; cada calle nos guarda un recuerdo. No; decididamente... lo detesto.

Yo se la contaría á usted, señor comisario, pero temo molestarle. Además, no cómo termina; no me dejaron ver el final. El comisario había vuelto á mirar al techo y á silbar por lo bajo para distraer su impaciencia.

DEMANDADO. No hay arreglo que valga; antes al contrario, estoy resuelto á pedir que se escriba el juicio, y á acudir con mi causa adonde haya lugar. ALCALDE. ¿Qué dice á esto el señor don Silvestre? DON SILVESTRE. Que se me está acabando la paciencia y temo que voy á echar por la ventana á ese bribón. MERLÍN. Que coste ese nuevo ultraje. MERLÍN. Que no se me falte, eso es lo que digo.

¿Cree vuesa merced le preguntó que existe algún medio honroso de anular un juramento prestado a un infiel y con el cual me temo que estoy dañando la causa de nuestra Santa Iglesia? ¿No podría escribírsele, sobre el particular, al Nuncio de Su Santidad en la Corte?

Dejemos á Madrid á obscuras, amanezcamos muy lejos, y veamos á Neptuno dentro de ocho días, embarcados con rumbo á Nápoles: que os afirmo que mientras aquí estemos, ni duermo, ni descanso, ni vivo: cerrado está el cielo, de llover no cesa, y temo que esto pare en diluvio que nos ahogue.

te pasas el día y la mitad de la noche en alguna conspiración... porque por el lado de las mujeres no temo nada, francamente. Ni a ti te gusta eso, ni puedes aunque te gustara...». Aquel ni puedes incomodaba tanto al joven y le parecía tan humillante, que a punto estuvo de dar a su tía un mentís como una casa.

Dos grandes lágrimas se desprendieron de sus ojos, mientras murmuraba tímidamente: ¡He rezado tanto!... ¡He llorado tanto!... ¡Es verdad!... ¡Pero ha mentido tanto!... ¡Ha rodado tanto!... Dios puede hacer un milagro... Y el hombre puede hacerlo inútil. Yo espero que no... Yo temo que . ¿Pero a ti quién te lo dice?... ¿Y a ti quién te lo asegura?

Ya ha visto usted cuántos paseos he dado sin él en el balandro, con muchísimo gusto suyo... Algo le inquietan los peligros del barco, por su poco juicio; pero como yo no los temo y usted es buen piloto, con tal de que yo me divierta... En lo demás, él es de opinión de que no se viene aquí a guardar etiquetas, ni a hacerse esclavo de miramientos vanos. Muy bien pensado.