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Así, Vérod, que parecía tan confuso y anonadado, se alzó bien pronto al impulso de una viva reacción. ¡No!... dijo bruscamente, alzando la cabeza y sacudiéndola con ademán de protesta. ¡No!... ¡No es posible!... ¡Eso no puede ser!...

Yo le dije a mi querido amigo, el dignísimo presidente: El único medio ¿eh?, de jesolvej estos problemas es celebraj un meeting donde todos los sajienses puedan emitij libremente su opinión... ¿Eh? gritó un socarrón desde la cazuela. Peña alzó los ojos furibundos hacia allá.

11 Entonces alzó Moisés su mano, e hirió la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. 12 Y el SE

El cura volvió á mirar á Octavio, sonriendo esta vez maliciosamente, y prosiguió: Don Baltasar es una buena persona... todo un caballero... muy cumplido en sus tratos... ¡y un padrazo, señor conde, un padrazo!... El conde alzó la cabeza y dirigió una larga mirada á Octavio. Los demás interlocutores también volvieron hacia él la vista.

Se detuvo delante de él, lo alzó y lo contempló unos momentos con interés; luego, echando una mirada tímida a la puerta, lo llevó a los labios dos o tres veces y lo dejó donde estaba. Permaneció algunos minutos inmóvil, de pie en medio de la habitación, con los ojos en el vacío, enajenada por intensa meditación.

Y aquel con quien había vivido diez años y más, desde que éramos niños y que lo compartíamos todo... mi amigo íntimo en quien yo tenía confianza, «alzó el pie contra y trabajó en mi ruina». ¡Oh! pero era un malvado. No creo que haya otro que se le parezca dijo Dolly . Sin embargo, estoy muy perpleja, maese Marner; me parece que me acabo de despertar y que no si es de día o es de noche.

Miranda alzó las cejas, frunciolas después, y dijo poniendo la voz en el registro grave: Era de temer, de temer.... , estaba muy mal.... Pero tan de pronto, señor... si es que parece imposible....

¿Crees que te la darán? Si tienes las pruebas de mi inocencia, intenta la revisión del proceso... ¡Qué! ¿No comprendes que nos estrellaremos contra todas las dificultades acumuladas por tus enemigos, y que tenemos que contar con la mala voluntad de la justicia? Empieza por huir; después probaremos que no eres culpable, te empeño mi palabra... Jacobo alzó la frente.

Y la alzó aún más, poniéndosela cerca de los ojos. Observando con el rabillo del ojo que don Pedro la miraba, todavía la alzó un poquito, hasta rozar con ella los labios del joven. Pero en aquel instante la retiró bruscamente con vivo ademán. Moro quedó estupefacto.

La forastera se levantó en silencio y se dejó caer en una silla, alzó el velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjugó con el pañuelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase. Y como no daba señales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez más, aventurose a decir: Señora, desearía saber en qué puedo servirla... Todavía tardó unos instantes en responder.