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Yo he sido su hija única. Crecí al lado de mi madre; lo que lo aprendí de ella: durante las largas ausencias de mi padre en la guerra, nuestra casa estaba cerrada, algunos criados antiguos eran nuestra única compañía. Yo era feliz. Mi madre lo parecía también. Hace cuatro años, mi madre murió. Doña Clara se detuvo, inclinó la cabeza durante un momento, y luego la alzó.

Cuando Carmen, un poco engañada, alzó la cabeza y miró al hidalgo, le vió demudado y con el rostro humedecido. Angustiada todavía, le preguntó: ¿Lloras?...; ¿sabes llorar?

Callaron todos, tirios y troyanos; quiero decir, pendientes estaban todos los que el retablo miraban de la boca del declarador de sus maravillas, cuando se oyeron sonar en el retablo cantidad de atabales y trompetas, y dispararse mucha artillería, cuyo rumor pasó en tiempo breve, y luego alzó la voz el muchacho, y dijo: -Esta verdadera historia que aquí a vuesas mercedes se representa es sacada al pie de la letra de las corónicas francesas y de los romances españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos, por esas calles.

Aquello, que tenía aspecto de mapa, absorbía tan profundamente su atención, que no alzó los ojos de la silla cuando sintió los pasos de su hermano cerca de : ¿Quién es? ¿quién me interrumpe? dijo sin apartar la mirada del papel . No quiero que me interrumpa nadie ahora. No he encontrado todavía el sitio más a propósito para dar la batalla; pero ya me parece que le tengo, ya le tengo.... ¿Sr.

Después haciendo un esfuerzo alzó sus codos de la baranda, contempló todavía con distracción el horizonte obscuro, sacó del bolsillo su llavero, del llavero un lápiz y escribió tres palabras sobre el mármol. Entró en sus habitaciones, se dirigió a su armario y tomando de allí la ropa y los objetos más indispensables los empaquetó en una maleta.

Al oír esta pregunta, alzó Amaury la frente y la miró sorprendido... Como su pasión egoísta y ciega no le había dejado adivinar los misterios que el cariño paternal del doctor había logrado descubrir, todo era para él, motivo de asombro, porque todo lo ignoraba.

Reflexionaba Isidora en aquellas sabias palabras, fijos los ojos en las rayas de la estera de cordoncillo; pero su pena y la situación en que estaba la reclamaron, y volvió a suspirar y a asombrarse de que el Director tardase tanto. Cuando alzó los ojos, el anciano pasaba por delante de ella en dirección de la mesa; en seguida pasaba de nuevo en dirección del ángulo.

5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él grande multitud, dice a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? 6 Mas esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. 7 Le respondió Felipe: Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco. 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro:

Este no me asustaba, sino el mocetón de allá abajo... No entiendes nada de esto, Rojillo me dijo mi camarada riéndose. Y sin temor ninguno, con las alas abiertas de par en par, alzó el vuelo casi entre las piernas del terrible cazador de las patillas.

Cuando llegaba a ellos don Quijote, un labrador alzó la voz diciendo: -Alguno destos dos señores que aquí vienen, que no conocen las partes, dirá lo que se ha de hacer en nuestra apuesta. - diré, por cierto -respondió don Quijote-, con toda rectitud, si es que alcanzo a entenderla.