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Actualizado: 12 de mayo de 2025
36 Y él respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha engañado dos veces; me tomó mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. 39 Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba;
Y fue el mal que al subir a las ancas el barbero, la mula, que, en efeto, era de alquiler, que para decir que era mala esto basta, alzó un poco los cuartos traseros y dio dos coces en el aire, que, a darlas en el pecho de maese Nicolás, o en la cabeza, él diera al diablo la venida por don Quijote.
Es V. muy buena, muy hermosa... inocente de todo; Dios bendiga á V. y la haga tan feliz como merece. Y diciendo esto, alzó las manos como para bendecir á la muchacha, tomó su cabeza entre ellas y le dió en la frente un beso.
Alzó la vara en alto el comisario para dar a Pasamonte en respuesta de sus amenazas, mas don Quijote se puso en medio y le rogó que no le maltratase, pues no era mucho que quien llevaba tan atadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua.
También Juan Andrea, habiendo tomado á su cargo un baluarte y hecha maravillosa obra en él, pretendiendo ir con las galeras á Sicilia y dejarnos á todos allí, no paresciéndole al Consejo, sin faltar ninguno sino D. Alvaro, que no declaró su voto, sino dijo que lo que se había de hacer que fuese luego, con que D. Juan de Cardona se conformó, habiéndole contradicho siempre, alzó el dicho Juan Andrea la mano del bestión, en que se perdió más de diez días de tiempo.
El figurarse por un instante que yo puedo perdonarla es un nuevo insulto, es una idea que sólo cabe en un alma tan miserable como la suya. El perdón jamás degrada. Es la virtud que más ennoblece al ser humano manifestó el clérigo, sorprendido. D. Álvaro le clavó una larga mirada colérica. Después alzó los hombros con desdén y dijo: Está bien: dejemos eso.
Pero en el mismo instante la aludida se alzó bruscamente de la silla y salió de la sala. El artista, detenido en los comienzos de su discurso, la miró alejarse con sorpresa y dolor.
Parece que debió de inclinarse a este último partido, porque alzó los hombros y dijo sonriendo a uno que entraba a la sazón en el despacho: Oiga usted, Nieto: este señor desea que le busquen a «una tal Paca». Y recalcó mucho las últimas palabras, lo cual no me hizo muy buena sangre. ¿Para qué? preguntó el empleado que entraba, dirigiéndose a mí.
La vieja la retiró con violencia; su brazo se alzó; y á pesar de la dignidad que procuraba imprimir siempre á su carácter, á pesar de la nobleza de su raza, á que parecía deber igualarse en la nobleza de sus sentimientos, maltrató á una huérfana infeliz á quien antes había calumniado.
Un problema negro, pavoroso se alzó delante de él. Clara. ¿Por qué había recibido la visita del marquesito? ¿Por qué se la había ocultado? Mucho menos que esto necesitaba su espíritu caviloso para lanzarse a todas las sospechas, a las hipótesis más graves. El corazón comenzó a palpitarle fuertemente, las sienes le latían como si su cabeza fuese a estallar: emprendió la carrera hacia su casa.
Palabra del Dia
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