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Actualizado: 12 de mayo de 2025


¡Ay de la tribu que errante vino de Arabia en mal hora á aquella roca traidora y sus tiendas alzó allí! que viene en la nave aquella el feroz lobo marino, almirante granadino Ben Jucef-el-Meriní.

No apuesto nada: para esa hazaña y otras menores yo que eres capaz. Pintóse un furor rabioso en el rostro de Velázquez al escuchar estas palabras insolentes; alzó el bastón que llevaba en la mano y cruzó con él las espaldas de su querida, que estaba ya medio vuelta para irse. Y hubiera seguido golpeándola si los concurrentes no se hubieran apresurado á interponerse.

Al punto mismo se alzó de la cruz una mariposilla blanca, de esas últimas mariposas del año que vuelan despacio, como encogidas por la frialdad de la atmósfera, y se paran en seguida en el primer sitio favorable que encuentran.

El peón alzó la cabeza, y la placa dorada de su sombrero relució un instante. ¿Tendrá usted la bondad de decirme si falta mucho para la casa del señor marqués de Ulloa? ¿Para los Pazos de Ulloa? contestó el peón repitiendo la pregunta. Eso es. Los Pazos de Ulloa están allí murmuró extendiendo la mano para señalar a un punto en el horizonte.

Se alzó entonces una leve brisa y los ondulantes cabellos de Magdalena acariciaron el rostro de Amaury, quien sintiéndose muy débil para resistir una sensación tan fuerte, echó hacia atrás la cabeza y exhaló un hondo suspiro. ¡Magdalena! murmuró. ¡Por favor! ¡Ten compasión de ! ¡Que tenga compasión de ti! Pues ¿acaso no eres feliz?

Calló al fin el majo y, sin atreverse á exigir respuesta, se alzó de la silla donde estaba, y salió de la estancia no poco triste y desengañado. Así anduvo varios días; pero la esperanza, que tarde ó nunca nos abandona, le hizo pensar al fin que lo que había hecho callar á Soledad fué la sorpresa en parte y en parte también el temor de ser burlada como otras veces.

¡Velázquez! exclamó la joven en el colmo de la sorpresa, el dolor y la vergüenza. Se alzó de la silla y volvió á dejarse caer sollozando. Después subió á su cuarto, se echó sobre la cama y siguió suspirando largo rato.

Entregado en su estancia al pastoreo No escucha el importuno clamoreo Que eleva la ciudad, Sino cuando la patria acongojada Le demanda el apoyo de su espada Para su ley guardar. Así, cuando la horrenda tiranía De Rosas se afirmó, en su agonía La Patria le llamó: Y al escuchar su voz, se alzó cual rayo Del lado del hogar, montó á caballo Y la lanza empuñó. «A las armas, valientes!

La cigüeña se estuvo muy quieta, aguardando que Poldy sujetase bien la cinta a su cuello para que no se desatase y para que la carta no se cayese. Y apenas comprendió que estaba ya bien condecorada, dio un tremendo salto, alzó el vuelo, se remontó en el aire y voló con tanto brío como si se largase ya a la India sin parar en rama.

Una noche, en el momento en que el rezo iba á principiar, Clara tenía abierto el costurero, y fingiendo arreglar dentro de él alguna cosa, se ocupaba en abrirle la boca al pajarito y meterle á la fuerza unas migajas de pan que había guardado en el bolsillo, cuando de repente alzó el vuelo el animal, revoloteó por la habitación con el hilo atado en la pata, y fué á pararse ¿dónde creeréis? en la misma cabeza de doña Angustias, que al verse profanada de aquel modo, tomó tal cólera, que el asma le ahogó la voz y estuvo gesticulando en silencio diez minutos, roja como un tomate.

Palabra del Dia

bagani

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