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Tambien estos admitian con Kant y Condillac, que todos nuestros conocimientos vienen de los sentidos; pero tambien habian notado lo que vió Kant y no alcanzó Condillac, á saber, que las sensaciones por solas, no bastan á explicar todos los fenómenos de nuestro espíritu, y que á mas de la facultad sensitiva, era preciso admitir otra muy diferente, llamada entendimiento.

Y que esto sea verdad, volved y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallaréis disculpa de todos mis yerros; y, pues ella halló y alcanzó lo que deseaba, y yo he hallado en vos lo que me cumple, viva ella segura y contenta luengos y felices años con su Cardenio, que yo rogaré al cielo que me los deje vivir con mi Dorotea.

Acometen los Genoveses á Galípoli, y retiranse con pérdida de su General. Por el mismo tiempo que Rocafort, y Fernan Jiménez alcanzaron victoria de los Masagetas, Ramon Montaner capitan de Galípoli la alcanzó de Genoveses.

Gerif, que alcanzó en pie en sus años primeros el Señorío de la Alhambra, no podía separar de su memoria aquel esplendor pasado, como ni de su alma la afición más vehemente por su nación desgraciada, mirando gustoso por lo mismo las revueltas que tramaba su sobrino Muley.

El mismo señor Perrín abandonó el Bar con cincuenta pesos en el bolsillo, única cantidad que alcanzó a realizar de las grandes sumas que llevaba ganadas en el lucrativo y arduo ejercicio de su negocio.

¿Dónde vais, caballero? dijo á Quevedo un criado de escalera arriba. Quevedo no contestó, y siguió andando. ¿No oís? ¿dónde vais? repitió el sirviente. ¿No lo veis? voy adelante contestó sin volver siquiera la cabeza Quevedo. Perdonad dijo el lacayo, que alcanzó á ver en aquel momento la cruz de Santiago en el ferreruelo de don Francisco.

Pues en verdad que en sólo manifestar mis pensamientos, mis sospiros, mis lágrimas, mis buenos deseos y mis acometimientos pudiera hacer un volumen mayor, o tan grande que el que pueden hacer todas las obras del Tostado. En efeto, lo que yo alcanzo, señor bachiller, es que para componer historias y libros, de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento.

Averiguó, en fin, de una vez para siempre, que el hombre no puede salvarse del dolor y de la muerte por la razón, sino por la Fe, esto es, por un conocimiento distinto y superior del que aquélla puede darnos. Desde que este conocimiento iluminó su espíritu, alcanzó la felicidad absoluta.

En ese instante, una criada, vestida sólo de angosta falda verde y amarilla, presentose en la estancia, apoyando en sus morenos pechos desnudos un dorado azafate, sobre el cual venían los pomos, los botes, los pinceles, las tenacillas y otros menudos objetos que el mancebo no alcanzó a distinguir.

Si lo sacaba de las aguas de la corrupción, «¡qué victoria, señores, pero qué pesca!». En otros casos semejantes, aunque no de tanta importancia, en los cuales había él mangoneado con todos sus ardides apostólicos, alcanzó éxitos de relumbrón que le hicieron objeto de envidia entre el clero toledano.