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Usaba para esto finísimos pinceles, y aun plumas de pajaritos afiladas con saliva; y después de bien picado el cabello sobre un cristal, iba cogiendo cada punto para ponerlo en su sitio, previamente untado de laca.

Si algunas veces se me presenta una idea fuerte y magnífica, es inútil que trate de retenerla. Bien pronto mi sangre fermenta, y no la encuentro más que a través de dolores extravagantes; o bien me canso de semejante tensión y entonces se esfuma y palidece bajo mis pinceles; es, quizá, que la imagen de Eulalia tiene demasiada fuerza en mi cerebro y esto me distrae.

¿Es envidia también el decir que ya no vive de los pinceles, sino a costa de las mujeres? ¡; lo es...! ¡Y además una calumnia! repuso el joven próximo a enfurecerse. Me sorprende, Elena, que te hagas eco de rumores tan feos saltó Clara con una viveza bastante rara en su naturaleza . Pienso que ningún daño te ha hecho Núñez para que le trates de ese modo. Elena soltó una carcajada.

La parte flamenca y holandesa tiene cuadros en que se revela toda la grandiosidad caprichosa del genio de Rubens, todo el poder de imitacion y fantasía de Van-Dick, toda la verdad y la energía de las risueñas escenas de Teniers, y toda la originalidad típica de esos cien pinceles holandeses y flamencos que buscaban en el hogar doméstico y en las realidades de la vida asuntos de inagotable inspiracion.

A la izquierda de la composición, con paleta, tiento y pinceles, esta Velázquez en pie ante un gran lienzo que se ve por el revés, en actitud de mirar a los Reyes, cuyas figuras se reflejan en un espejo de marco negro colocado en la pared del fondo.

Al atravesar la sala aspiré con delicia el aroma de las flores que se morían en el tazón de Sévres; el piano de Gabriela me pareció como todos los pianos; los pinceles esparcidos en la mesa de trabajo, junto a la acuarela principiada, nada me dijeron de la rubia señorita. Dormí tranquilamente. Así deben dormir los que tienen una buena conciencia. ¡Valiente fiesta!

El artista examinaba atento su última y maravillosa creación para ver si la pintura había sufrido algún rasguño y en tanto Roger manejaba rápidamente los pinceles, hasta dejar bosquejadas las facciones y el torneado cuello de bellísima mujer. ¡Bravo! exclamó el maestro; sois pintor, no hay que dudarlo y podéis llegar á serlo muy bueno. ¡Es la cara de un ángel!

Una vez en la corte, necesitó tener a su lado un genio complaciente, un numen auxiliar que comunicase con sus pinceles vida y expresión a los muertos y aplanados monigotes que brotaban de su paleta de artista.

Consideró entonces el privilegio de aquella gloria que nadie quería desconocer; acordose de los famosos pintores adulados por reyes y pontífices, y pensó que él mismo, ejercitando su asombrosa vocación, hubiera llegado muy pronto a la fama universal, al placer, a la riqueza, con sólo un haz de pinceles.

Cuando se halló, por fin, en la soledad del Scriptorium, tomó los pinceles con mano trémula y, sobre el estirado trozo de vitela, quiso reproducir una vez más las iluminaciones del misal del monasterio y del Libro de horas de la Reina de Francia; mas nada pudo lograr. Sus dibujos parecían los dibujos de un niño.