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Es una chica muy graciosa... ¡Caramba cómo se ha desarrollado, y qué monísima se ha puesto! Tus flores no tienen gran valor en este caso dijo la brigadiera sonriendo nada más que con el borde de los labios.

¡Ah! exclamó, sonriendo, dejando ver toda la hermosura de sus hoyueladas mejillas. Es algo que a usted se refiere. ¿A ? . ¿Quién fué? Un pajarito. ¿Un pajarito? . ¿De qué color? ¿Azul, como el de los cuentos? Angelina no me contestó, y como si creyera que había dicho algo inconveniente siguió hablando de otra cosa: ¡de la obra que tenían empezada, de no qué!...

Entonces el teniente, a quien devoraba el fuego de la guerra, mandó desenvainar los sables, y sonriendo ferozmente, cargó sobre la muchedumbre como un jabalí indomable. Al verlo, un vivo estremecimiento corrió por los miembros de cada uno de los lacienses.

El señor Vicente la oía sonriendo, y después se fijaba en su persona. Y usted, ¿cómo está? ¿cómo marcha ese embarazo?... Desde que la veía en tal estado hablábala con mayor confianza. Desfigurada por la hinchazón, pesada y doliente, no pudiendo moverse sin suspiros de pena, ya no le infundía aquel miedo que toda hembra le hacía sentir.

El camarero, sonriendo ante su asombro, acabó por explicar el acontecimiento: «Catorce de Julio». En los vapores alemanes se celebran como propias las grandes fiestas de todas las naciones que proporcionan carga y pasajeros. Sus capitanes cuidan escrupulosamente de cumplir los ritos de esta religión de la bandera y del recuerdo histórico.

No era por la carne. «El hambre no tiene ley, y la carne la ha hecho Dios para que la coman los hombres.» ¡Pero al menos que dejasen la piel!... Y comentaba tanta maldad repitiendo siempre: «Falta de religión y buenas costumbresOtras veces, los merodeadores se llevaban la carne de tres vacas, abandonando las pieles bien á la vista; y el estanciero decía sonriendo: «Así me gusta á la gente: honrada y que no haga mal

Mi sobrinita le quiere a usted... Usted la quiere a ella... Se casan ustedes, y en paz. Para llegar ahí hay mucho camino que andar. Se andará dijo Isabel. Bueno manifestó el conde sonriendo y dirigiéndose a la vez a su hija y a . ¿Y qué quieren ustedes que yo haga en este asunto?

No respondí; las cosas de la fe, no. A esas se llega por el corazón. ¡Oh! ¡Cuánta razón tiene usted! exclamó con mirada brillante. Ya ve usted que no estamos lejos de entendernos dije sonriendo. Si usted quisiera que hablásemos así algunas veces, acabaríamos por ser de la misma opinión. ... usted me enseñaría a pensar... ¡Oh!

Hace veinte años que oigo hablar de los rusos, de los austriacos y de los cosacos decía sonriendo el anciano Materne , y no me disgustaría ver algunos en la punta de mi fusil; eso siempre alegra el ánimo. respondió Labarbe ; vamos a ver tipos curiosos; los niños de la sierra podrán contar anécdotas de sus padres y de sus abuelos.

Los que habían bailado con las bellezas de la sala tenían la cara resplandeciente de felicidad y acogían, sonriendo, las bromitas de sus amigos, mientras los que habían apechugado con las feas, un tanto mohínos, ponían por las nubes la destreza en el baile de sus parejas.