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Esa doña Clara es una tal, que sólo va donde puede sacar, y vuelve las espaldas a una persona decente al verla en un apuro. Nuestra situación es muy mala, rematadamente mala.

Mala crianza será, pero me acerco a escuchar conversaciones de corrillos: es de advertir que cuando el tedio me abruma con su peso, no puedo tener más que tedio. Recibo insensible las impresiones de cuanto pasa a mi alrededor; a todas me dejo amoldar con indiferencia y abandono; en semejantes días no hay hermosas para , no hay feas, no hay amor, no hay odio.

Antes hubiera venido a saber de ti, si no me hubieran dicho que estaba el padre Ortega. ¿Cómo has pasado la noche? Bien ¿eh? Ya lo creo.... no estás tan mala como te figuras. ¿A qué viene eso de rodearte de curas como si fueses a morirte? ¿Los curas no hacen falta más que cuando uno se muere?

Si le dije que quiero a otro ha sido... no , porque soy mala y necesito mentir a cada paso. Durante toda mi vida mentiré. Soy una coqueta vulgar. Engañar, para , ha venido a ser algo así como una necesidad. No guarde sobre ninguna ilusión. ¡Habrá tantas que puedan quererlo! Yo soy mala, he nacido y seré siempre mala. La coquetería es algo más fuerte que mi voluntad.

El mismo día que pareció Leandra la despareció su padre de nuestros ojos, y la llevó a encerrar en un monesterio de una villa que está aquí cerca, esperando que el tiempo gaste alguna parte de la mala opinión en que su hija se puso.

El valentón midió con una mirada al odiado intruso, y le habló con voz melosa, esforzándose por dar á su ferocidad y mala intención un acento de bondadoso consejo. Quería decirle dos razones: hacía tiempo que lo deseaba; pero ¿cómo hacerlo, si nunca salía de sus tierras? Dos rahonetes no més... Dos razoncitas nada más...

Con tal que no hiciese más que sacarle de esta mala vida, de este pueblo, de este hogar de pena y de vergüenza. ¿Lo hará? ¡Dígame que lo hará! ¿No es verdad? Lo hará; no puede, no debe negármelo.

Venido al mundo en la mala época, cuando flaquea la fe y la Iglesia no puede imponerse por la violencia, el buen don Antolín había quedado obscurecido en la baja administración de la catedral, ayudando al canónigo Obrero en la partición y señalamiento de las pesetas que el Estado daba a la Primada, dedicando una larga meditación a cada puñado de céntimos, y esforzándose por que la santa casa, como las familias arruinadas, conservase su buen exterior, sin revelar la miseria.

Cuando nos retiramos de casa de Pepita Jiménez y volvimos a la nuestra, mi padre me habló resueltamente de su proyecto: me dijo que él había sido un gran calavera, que había llevado una vida muy mala y que no veía medio de enmendarse, a pesar de sus años, si aquella mujer, que era su salvación, no le quería y se casaba con él.

Cosa rara, ¿verdad?... Y como no tenía un triste pedazo de pan que llevar a la boca, y él me lo daba, ahí tienes... Yo dije: «me vengaré yéndome con este animal». Cuando tuve a mi niño, me consolaba con él; pero luego se me murió; y cuando reventó Juárez, como yo me pensé que ya no me querías, dije: «pues ahora me vengaré siendo todo lo mala que pueda».