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Primer Teniente. Américo Lora y Yero. Capitán. José M. Iglesias Toro. Primer Teniente. Antonio Pineda y Rodríguez. Segundo Teniente. Crescencio Hernández Morejón Capitán. José González Valdés. Primer Teniente. Tomás Quintín Rodríguez. Segundo Teniente. Jesús Adalberto Jiménez. Capitán. José Perdomo Martínez. Primer Teniente. Olvido Ortega y Campos. Segundo Teniente. Jacinto Llaca y Argudín.

Siendo su amigo y penitente se podía tener la seguridad de no ir al otro mundo desprovisto de buenas recomendaciones. Lo que no sabemos es el caso que Dios hacía de ellas, si escribía encima de las memorias con lápiz azul, como los ministros, "hágase", o si preguntaba al padre Ortega, como la señora del cuento: "¿Y a usted quién le presenta?"

El padre Ortega empujó suavemente a Clementina hacia los brazos de su padre, y aunque ella era la menos conmovida, al fin se dejó abrazar por él, que la tuvo un buen rato apretada. Cuando la soltó se llevó el pañuelo a los ojos y se dejó caer en una butaca, vencido por el peso de tanta emoción. Después de esta escena conmovedora nadie osó acordarse de intereses.

Luego observó que la marquesa se retiraba hacia un rincón con el padre Ortega y hablaban reservadamente. Sospechó que también él estaba sobre el tapete. El sacerdote le dirigió dos o tres miradas con sus ojos vagos de miope. No se había acercado a Esperancita en todo el tiempo, pero de lejos se miraban y se sonreían. La niña parecía sorprendida de aquella actitud reservada.

¿Y se conforma con eso el padre Ortega? A no me dice nada.... No si a mamá.... No le dirá, no: ya sabe muy bien dónde pone el pie. ¿Has visto a las de Mariani? ; hace pocos días, en el Retiro. ¿No sabes que María se ha echado un novio? No me ha dicho nada. , de caballería ... hijo del brigadier Arcos.... ¡Un tío más desgalichado!

Aguardó, pues, entretenido en revisar papeles hasta que creyó llegado el momento de enviar nuevamente el criado a saber si el padre Ortega había despejado. Mas cuando iba a hacerlo entraron a avisarle que estaban allí unos cuantos señores, entre ellos Calderón, que deseaban verle. El banquero frunció el entrecejo. ¿Habéis dicho que estaba en casa?

Los enemigos de «la Papisa Juana» afirmaban que de joven había tenido oculto en su palacio al conde de Montemolín, pretendiente a la corona, y que allí lo había puesto en relación con el general Ortega, capitán general de las islas. A estas murmuraciones unían la de un amor romántico de doña Juana por el pretendiente. Jaime sonreía al oír estas noticias. Todo mentira.

Este se creó el año 1595, por bula de Clemente VII, con la asignación de 4.000 pesos. El primer nombramiento que se hizo para ocupar dicha silla apostólica, recayó en Fray Francisco Ortega, de la orden de San Agustín, quien fué electo el año 1600, no llegando á posesionarse. En la actualidad gobierna la diócesis el Excmo. Sr. Fray Francisco Gainza, de la orden de Santo Domingo.

Al hablar de la familia estuvo profundo y elocuente. Para el padre Ortega lo que constituía la familia era el respeto y el amor a la tradición, el respeto y el amor a los antepasados.

Rodeáronle las señoras sentadas en sillitas y cojines; acercáronse los caballeros formando en segunda fila. Después de meditar unos minutos para recoger las ideas, comenzó a exponer con voz suave y palabra lenta y solemne algunas consideraciones acerca de la familia cristiana. Ya sabemos que el padre Ortega era un sacerdote a la altura de la civilización contemporánea.