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El anciano insistió de nuevo y entonces Roberto dijo: Aquí es donde vamos a leerlo, tío; aquí, donde ella lo ha escrito. ¿Y si alguien nos sorprendiera? observó el doctor, atemorizado. Roberto se encogió de hombros y con el dedo señaló el piso.

Hace ya muchos días que lo observo, y hasta me ha parecido más de una vez que se excedía en la mesa. De eso es el sueño que lo invade después de comer, y yo lo he visto muchas veces, entre horas, tomando coñac en el antecomedor. ¿Es posible?... ¿A más del vino de la mesa?

-Déjelas que se arañen, hermano observó la Justicia; déjelas que se arañen, que ya sabe vuecencia que rabian de verse juntas. Procuremos nosotros no andar también á la greña, y adelante con los farolesMientras esto ocurría, se presentó un gallardo Sustantivo, vestido con relucientes armas, y trayendo un escudo con peregrinas figuras y lema de plata y oro.

El Rey comía con apetito, Tarlein moderadamente y Sarto con voracidad. Yo me mostré buen comedor, como lo he sido siempre, y el Rey lo notó, sin ocultar su aprobación. Nosotros, los Elsberg, nos portamos siempre bien en la mesa, observó. Pero ¿qué es esto? ¿Estamos comiendo en seco? ¡Vino, José! Eso de engullir sin beber se queda para los animales. ¡Pronto, pronto!

Yo, que observo cuanto veo, he tenido siempre la costumbre de asociar, hasta un extremo exagerado, ideas con imágenes, cosas con personas, aunque pertenezcan a las más inasociables categorías.

¿Qué significa eso de tutear a su madre, señor renacuajo? dijo el general . No se dice así; se dice: «Madre, ¿quiere usted hacerme el favor de darme un bizcochoEl niño se echó a llorar, al oír la voz áspera de su tío. La madre le dio un bizcocho a hurtadillas y sin que el general lo viese. Es tan chico observó la marquesa que todavía no sabe distinguir entre el y el usted.

Á la escasa claridad de la luna, que comenzaba á salir, vió que los dos que departían en la ventana eran Soledad y Antoñico. Observó que la joven estaba agitada, convulsa, que acompañaba sus palabras de vivos movimientos de cabeza, mientras Antonio, con la suya inclinada hacia el suelo, hablaba poco y con humildad.

Este pensamiento le causó tal alborozo, que se puso a reír como si le hicieran cosquillas. Estáis alegre, sobrino le observó doña Inés. ¿Cómo podría yo estar a vuestro lado, mi tía, sino contento con la felicidad de veros? El gascón, que había oído muy bien, intervino: ¿Qué decís?... ¡Más despacio, jovenzuelos!

La guerra, los héroes... cosas nebulosas y sin sentido. El está por la realidad, y empieza á hablar de un nuevo personaje admirado por él, un portugués que juega fuerte, y cuyo nombre, desde hace unos días, parece llenar las salas, á causa de sus ganancias. Yo lo observo; además, es amigo mío y creo poseer su secreto. Imagínese, príncipe...

Examinaba la habitación y habría deseado poder escudriñar la casa toda. De lo que en la alcoba observó, hubo de sacar el conocimiento de que la casa estaba muy bien puesta.