United States or Latvia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Desde que los días transcurrían para ella en largas meditaciones, la noche en que los dos jóvenes se habían encontrado, le había venido frecuentemente a la memoria, y la escena de la pantalla incendiada, que la había hecho reír primero, le sugería ahora serias reflexiones.

Me pareció que habían adivinado mi secreto, lo cual, aunque en cierto modo me contrariaba, tenía para algo halagador. ¿Quiere usted replicó la rubia que le endulcemos el oído? ¡Jesús, mujer! volvió a exclamar hipócritamente la morena. ¡Qué libertades gastas! La chiquilla se echó a reir. Yo no quiero nada, señorita... respondí.

Pues es mucho más gallego que yo dijo Villa soltando a reír. Verdad, señorita manifesté con resolución. Soy de la provincia de Orense. No importa replicó ella con amabilidad.

Pero créeme, sobrino; muchas veces me dan ganas de reír cuando veo a la gente arrodillada ante ellos.

Por algo sus hermanos, cuando reñían con ella, la apellidaban «cardo» y «puerco-espínAndrés, que la iba entendiendo, no insistió, y mudando de conversación, procuró hacerla reír recordando las simplezas del criado o algún dicho malicioso de Rafael. La charla entonces se animó.

Era la risa de todos tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire recontaba el ciego mis hazañas que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parescía que hacía sin justicia en no se las reír.

Entró con la cabeza gacha como siempre y, espatarrándose bajo el dintel de la puerta, preguntó: Concha, ¿no habrá de qué, que comer, por ahí? ¿Tanto te aprieta la gazuza, Manín? respondió la costurera riendo. El aldeano abrió desmesuradamente la boca para reír también. Así Dios me salve, no puedo aguantar un menuto más.

Era el señor baron uno de los caballeros mas poderosos de la Vesfalia; su quinta tenia puerta y ventanas, y en la sala estrado habia una colgadura. Los perros de su casa componian una xauria quando era menester; los mozos de su caballeriza eran sus picadores, y el teniente-cura del lugar su primer capellan: todos le daban señoría, y se echaban á reir quando decia algun chiste.

¡Ah! ¿de veras?... exclamó la señora Liénard; en tal caso... Dirigió en torno suyo la mirada y vio que el presidente y la inspectora se esforzaban por disimular sus bostezos y se echó a reír exclamando: ¡Perdónenme! ya me olvidaba de que esta discusión no interesa nada a los invitados del señor Voinchet; dejémoslo por ahora, mas conste que no me doy por vencida.

Nosotros, en la vida real, nos compadeceremos en extremo del paciente, aunque sólo sea prójimo, y no amigo ó deudo; pero si hablamos en verso heroico de lo que acontece, haremos reir en vez de llorar.