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Si el comercio fuera un robo, no habría sociedad repuso el gascón. ¿Y qué? dijo Martín. Que acabarían las ciudades. Para las ciudades están hechas por miserables y sirven para que las saqueen los hombres fuertes dijo Martín con violencia. Eso es ser enemigo de la Humanidad. Martín se encogió de hombros. Poco después de media noche, la nieve comenzó a cesar y Capistun dió la orden de marcha.

Este pensamiento le causó tal alborozo, que se puso a reír como si le hicieran cosquillas. Estáis alegre, sobrino le observó doña Inés. ¿Cómo podría yo estar a vuestro lado, mi tía, sino contento con la felicidad de veros? El gascón, que había oído muy bien, intervino: ¿Qué decís?... ¡Más despacio, jovenzuelos!

No más cubiletes de cerveza ni medias raciones de cecina, cuanto te veas otra vez en Horla, sino vino gascón á diario y carne asada hasta que te hartes. Lo que en Horla haré, sargento, si allá llego otra vez, está por ver; lo que es que por ahora voy á meter mi casco en esa caldera y á comer cuanto pueda, por si no volvemos á ver un guiso en todo el día.

Yo me siento aquí tan a «mon aise», como si estuviese «chez moi» decía el gascón. Siempre me encontré bien en España, porque si los españoles son un poco orgullosos, también son valientes, valientes como los mismos franceses. ¡Y nunca vi mujeres más lindas que las de España!

Creo que ya debemos volver a nuestros cuadros, por San Luis rey de Francia había exclamado Guy, metiéndose, sin más ni más, en el que le correspondía... Vamos, dejaos de chanzas, Guy... díjole Pablo. Pero el gascón se hacía el muerto, o, mejor dicho, se hacía el retrato, en la misma o semejante postura en que el Tintoretto lo pintara. Bajad de una vez... suplicaba Pablo.

¡Qué emociones debían de ser aquéllas! Y Bautista y Martín soñaban con el placer de atacar y de huir, de bailar en las fiestas de los pueblos y de robar en los Ayuntamientos, de acechar y de escapar por los senderos húmedos y dormir en una borda sobre una cama de hierba seca... ¡Barbarie! ¡Barbarie! replicaba a todo esto el gascón.

Pero el pueblo gascón no ocultaba su preferencia por Captal de Buch y sus compañeros, pues la popularidad de los ingleses había decaído mucho desde las enconadas contiendas originadas por la captura del rey de Francia y el destino que debía de darse al regio prisionero.

Poco acostumbrado a este deporte, a Manuel le faltó pronto el aliento, interrumpiose y erutó rociando el rostro del gascón con un gran buche de vino. Esto trae suerte dijo Guy, riéndose. Sigue, muchacho... Había terminado su botella el vizconde y el ayuda de cámara, que no podía ver el vino y jamás lo probaba, iba apenas por la mitad de la suya...

No es menos cierto, Alteza, dijo Clisón, que la revancha la hemos obtenido ya, pues sin el concurso de las espadas gasconas no hubierais hecho prisionero á Duguesclín en Auray, ni quizás roto las huestes del rey Juan en Poitiers.... Muy alto pretende picar el gallo gascón, y apenas levanta del suelo un palmo, interrumpió un caballero inglés.

Pero permitid que os entregue esta misiva que para vos puso en mis manos el bravo caballero gascón Sir Claudio Latour. Y á vos, señora, os traigo de él este joyero, que le fué presentado en Narbona y que os ofrece con sus respetos.