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Por ahora, y sabe Dios hasta cuándo, la amenaza de guerra es constante, y en vez de ser segura la paz en la tierra á los hombres de buena voluntad, estamos amenazados siempre de una estupenda y colosal conflagración belicosa, en que luchen por un lado Alemania, Austria é Italia, y por otro Francia, tal vez auxiliada por Rusia. Si por desgracia llegara este caso ¿qué le convendría hacer á España?

Estamos al aviso, le compramos, le hacemos escribir una carta diciendo que está enfermo y que envía á su hijo con el dinero; usted se disfrazará de labriego, entra en la casa, y una vez allí, ¡cataplum! le ha dado un desmayo, un accidente terrible.

Quizá, con motivo de su oficio de usted, le envía Dios una prueba, de la misma suerte que envía enfermedades y otras desgracias, mientras que usted, en su orgullo... ¡Pero si nosotras no estamos nada orgullosas de nuestro oficio! No hay por qué estarlo...

"Ilustres mis Señores Luteranos, Venid, porque os estamos esperando, Que queremos serviros como á hermanos, Vuestras cosas contino sustentando." Estas cartas vinieron á las manos De la justicia, el caso procurando; Los indios que hallaron ser culpados, Publicamente fueron castigados.

Algunos cráteres suelen tener en sus bordes determinada cortadura, y no pudiendo los pólipos coralíferos soportar presiones demasiado grandes, construyen solamente allí donde pueden vivir, dejando libre la cortadura. Esta es la razón de que algunos atoles, como éste en que estamos, tengan un canal. ¿Son resistentes las construcciones de los pólipos?

-Ni yo tampoco de las de vuestra merced -replicó Sancho-, siquiera me hiera, siquiera me mate por las que le he dicho, o por las que le pienso decir si en las suyas no se corrige y enmienda. Pero dígame vuestra merced, ahora que estamos en paz: ¿cómo o en qué conoció a la señora nuestra ama? Y si la habló, ¿qué dijo, y qué le respondió?

Al mismo tiempo, como tratase de quitárselo para que ella no se molestase, sus dedos se rozaron, y aun puede decirse, sin faltar a la verdad, que los del general oprimieron suave y rápidamente los de la dama. ¡Reconciliarse! dijo ésta en voz natural . Para eso es necesario antes estar enfadados y, a Dios gracias, nosotros no lo estamos. El viejo tenorio no se atrevió a replicar.

La duquesa miró a su salvadora con los ojos nublados de lágrimas, y Manuela siguió mientras pudo al lado del coche, diciendo, trémula de gozo: ¡Adiós, señora! ¡Qué lejos que estamos ya los pobres y los ricos! ¡Cuánto más valían aquellas buhardillas cuando vivíamos unos cerca de otros pa conocernos y querernos!

La transformación a que estamos asistiendo no deberá pues entenderse en ningún sentido ni en ningún caso como motivo de exclusión de los textos literarios en la enseñanza; pero habrá seguramente que escoger entre la literatura de esos países la que más se adapte a las nuevas necesidades.

Nos quitan las islas; no pintamos nada entre los demás pueblos; los españoles, que son los hombres más valientes del mundo, se ven derrotados; no hay una peseta, y todos esos señores que charlan en Madrid votan nuevas contribuciones y siempre estamos entrampados. ¿Cuándo se vio esto en otros tiempos? ¿Cuándo...? Se vieron cosas peores, más vergonzosas dijo Luna. estás loco, muchacho.