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Actualizado: 6 de junio de 2025
Estamos en el sepulcro de Voltaire, de este gran revolucionario, de este gran invasor, de este gran rey, como le apellidaba tan admirablemente Federico de Prusia. Esto no es una tumba histórica; no es tampoco un sepulcro; no es ni una sepultura. Es un escondrijo con cuatro paredes; un cachivache con una estátua, un hoyo, una losa, y un epitafio.
¡Caramba, con tu despedida! La señora me detuvo; pero estamos en tiempo, ¡vamos! Al Once, ché dijo Lorenzo al cochero y el carruaje partió. Vamos a tener un viaje espléndido... sin tierra... fresco... decía Melchor, ¡ya verán qué maravilla de vida vamos a pasar!... y ¿qué tal? Ricardo, ¿qué dices? ¿Yo?... ¡nada! ¿qué quieres que diga?
Esto llegó al corazón del indiano, que expresó su contento con un silbido especial, dándose al mismo tiempo fuertes palmadas en las rodillas. Voy a llamarla para darle la noticia... No andará muy lejos la muy pícara... De seguro que ya sabe lo que estamos hablando... ¡Las coge al vuelo!
Pase adelante, Pare Santo... Entre su mersé, bigotillo de gobernaor... ¡Qué honra pa nosotras el verle!... Aquí estamos haciéndole compañía a este pimpollo de Abril, que lleva en su tripa bonita una churumbela como er mesmo Niño Dios.
Esta gran revolución no ha llegado á su augusto apogeo, no ha llegado al punto supremo de justicia: ha sido hasta ahora un paso tan sólo, el primer paso. ¿Nos detendremos con timidez asustados de nuestra propia obra? No: estamos en un intermedio horrible: la mitad de este camino de abrojos es el mayor de los peligros.
Creo que semejantes desatinos son contra el respeto que debe merecernos la opinion pública, contra el decoro que todos debemos á la formalidad, contra la cortesia universal que debe el hombre al buen sentido. ¡Zapato galante! ¿Cómo y en qué? ¿De qué modo puede un zapato tener galantería? ¡Al pensamiento! ¿Quién es un fabricante de calzado para hablarnos del pensamiento? ¿Qué pensamiento puede encerrarse en su zapatería? ¿Ni quién es tampoco un fabricante de confites para hablarnos de pensamientos bellos? ¿Qué sabe él lo que es un pensamiento bello? ¿Qué belleza de pensamiento puede esconderse en sus confituras? ¿Ni qué tiene que ver el céfiro con un almacen de quincalla, ni el poner betun en las botas con la gran industria del siglo, ni una sílfide con una fonda, ni un almacen de tapones de corcho con la estrella del Mediodía, ni una tienda de comestibles, en donde se vende aceite, vinagre y velas de sebo, con el buen pastor, con ese buen Pastor que es una personificacion religiosa, un símbolo moral, una especie de poder divino? ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos?
Y Mariquita bebía ansiosamente, con una sed rabiosa, deseando renovar la sensación de frescura en su boca ardiente como si llevase fuego en el estómago. De vez en cuando protestaba. Que me voy a emborrachá, Luis. Que creo que ya lo estoy. ¡Y qué! exclamaba el señorito. Yo también estoy borracho, y tu padre, y todos lo estamos. Para eso es la fiesta.
Lo mismo fue entrar este en el comedor que conocer en la cara impertinente de su hermano que ya sabía aquello... No le dio Nicolás tiempo a prepararse, porque de buenas a primeras le embocó de este modo: «Siéntese usted aquí, caballerito, que tenemos que hablar. Vaya, que me ha dejado frío lo que acabo de saber. Estamos bien. Con que...».
La parte de acá, que está en rampa, aunque suave, no la podemos ver toda, porque nos lo impide el borde de la meseta sobre la cual estamos nosotros y a bastante distancia; pero se ve algo de lo principal... casi toda la Colegiata y un poco de los primeros edificios de la Costanilla, que arranca hacia acá del mismo costado de la Colegiata y es el camino más usado para venir desde la villa a Peleches y al paseo de la Glorieta, que es esa especie de alameda que ves a dos pasos de la entrada de este patio, un poco a la derecha.
Llévame otra vez a mi casa. ¡Dios mío santísimo, si me sienten llegar contigo!... ¡Si doña María se levanta y ve que Asunción y yo no estamos allí!... ¡Esto ha sido una locura! ¡Desgraciada Asunción! ¡Tan buena y tan loca! Inés lloraba con vivo dolor la pérdida de su amiga. Para mí es como si hubiera muerto añadió . ¡Que Dios la perdone!
Palabra del Dia
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