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No te sobresaltes respondió el Diablillo ; que no nos han conocido ni nos pueden ver, como te previne; que el que ha dicho la pobra que viene es aquel que entra agora, que trae una pierna de palo y una muleta en la mano y se viene quitando la montera, y entre ellos le llaman el Diablo Cojuelo por mal nombre, que es un bellaco, mal pobre, embustero y ladrón, y estoy harto cansado con él y con ellas porque le llaman así, que es una sátira que me han hecho con esto, y que yo he sentido mucho; pero esta noche pienso que me lo ha de pagar, aunque sea con la mano del gato , como dicen.

Pero en este mismo aislamiento me encuentro con el sentimiento íntimo de mis actos interiores, con la presencia de mi espíritu: yo pienso, luego soy: yo pienso, así lo experimento de una manera que no me consiente duda, ni incertidumbre; luego soy, es decir, ese sentimiento de mi pensamiento me hace sabedor de mi existencia

Mil ciudades, mil palacios diera yo por el rincon de Filipinas, ¡donde lejos de los hombres me siento con verdadera libertad! Allí, con la naturaleza cara á cara, delante del misterio y del infinito, el bosque y el mar, pienso, ¡hablo y obro como un hombre que no reconoce tiranos!

Camila Liénard se ruborizó y abrió inmensamente sus hermosos ojos. Delaberge prosiguió: En ese retrato que hizo usted del marido soñado, pienso que no es imaginario todo... Puede que haya en alguna parte un ser real en quien usted pensase... inconscientemente, cuando me iba enumerando las cualidades de su ideal. No... no, yo se lo aseguro; yo no ...

-No, por cierto -dijo el secretario-, y el hombre ha salido con su intención. -De modo -dijo Sancho- que no dejaréis de dormir por otra cosa que por vuestra voluntad, y no por contravenir a la mía. -No, señor -dijo el mozo-, ni por pienso.

Preguntome qué especie de vida hacía yo, y si estaba contento con ella. Por mi parte pronto hube despachado: a lo primero le contesté: Soy periodista; paso la mayor parte del tiempo, como todo escritor público, en escribir lo que no pienso y en hacer creer a los demás lo que no creo. ¡Cómo sólo se puede escribir alabando!

No pienso que la distancia es tan grande entre el primero y segundo Desaguadero, conviniendo todos los indios con migo en cuanto el parage donde uno y otro rio entran en el mar, y por esto he tomado en mi mapa una distancia media.

Mas tarde diré lo que pienso, en general, de la mujeres de Alemania y de las costumbres del país. La república de Francfort; su importancia comercial y política. La ciudad de Francfort; su situacion; su movimiento social; sus banqueros y sus judíos. El ducado de Nassau. Wiesbáden y sus cercanías.

Luego viene lo más costoso, que es el cristal convexo y el marco; pero pienso utilizar el del perrito bordado de mi prima Josefa, dándole una mano de purpurina. En fin, con purpurina, cristal convexo, colgadero e imprevistos... vendrá a importar todo unos veintiocho a treinta reales». Al día siguiente, que era domingo, puso manos a la obra.

Continuamente pienso en mi marido: hoy debe estar con mi hijo Alfonso en Lyón. ¡Cuánto me gustaría estar con ellos! Seguramente que lo habrá sacado del colegio. Por la mañana, he recibido carta de mi madre, que continúa en Alemania y sigue bien: esto me ha causado una alegría inmensa.