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La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido mucho viento del S, un cuarto al SE, SO con turbonadas, mucho frio y mar alta: rumbo corregido E: distancia 49 millas: distancia meridional 2 grados y 9 minutos al E: longitud echo 2 grados 47 millas al E: altura por observacion, 40 grados y 52 minutos al S.

Y fuerte el corazón, firme el semblante, su tesoro a las olas disputabas, y a lejanas regiones anhelante de tu bajel la prora enderezabas, ignota mar con la ferrada quilla cortabas sin recelos; por las olas lamida, hermosa orilla dibujóse después a tus miradas, en su verdor lozano extasiadas.

Todo tiene aquí bajo marcado el derrotero: el rio, hasta el mar hondo sigue el curso ligero, la abeja laboriosa va de la flor en pos; que tiene su destino todo vuelo que zumba: el águila á los cielos, el vampiro á la tumba, la golondrina al nido y la oracion á Dios.

Dos mil soldados salen de Castilla, Sin gente de la mar y marineros. Juntáronse en alarde all

Le dirigí algunas preguntas acerca del capitán; me contestó con monosílabos, y, en vista de que no manifestaba muchas ganas de hablar, enmudecí. El caballo tomó un trotecillo no muy cómodo, y por la carretera, húmeda, llegamos en una hora a la playa de las Ánimas. El viento silbaba y gemía con alaridos violentos; el mar bramaba en la playa y la resaca debía de ser furiosa.

Cuando le oímos mencionar que su esposo había vuelto del mar, los dos pusimos toda atención a sus palabras. Aquí era donde residía, evidentemente, el hombre que Burton Blair había buscado de una punta a la otra de Inglaterra. Se abrió una puerta y avanzó un hombre alto, flaco, viejo, de blancos cabellos y barba gris puntiaguda.

De las que tomaron la mar, cargadas de vela algunas, sin medir la gran fuerza del viento, partieron los palos ó las entenas, después de separarse de las que formaban grupo. Los turcos dividieron su armada en dos secciones, dirigidas respectivamente hacia los que escapaban por mar ó tierra.

Corrí las montañas de Ibiza y navegué ante sus costas rojas y verdes en barcos viejos, valientes para el mar, que unos meses del año van a la pesca y otros son dedicados al contrabando.

La ciudad se había ocultado, dejando en la memoria de todos una visión de blancas construcciones, altas palmeras, ensenadas azules bordeadas de jardines, rostros congestionados por el calor, ropas húmedas y sudorosas. La brisa del mar libre esparció su hálito vivificante por todo el buque.

Ve el mar que es siempre lo mismo, las montañas eternamente iguales, la casa que construyeron sus abuelos y que ya era vieja cuando él nació, los olivos, los peñascos... ¡pero esa ciudad que ha surgido, siendo ya él hombre, de una meseta cubierta de matorrales, horadada de cuevas, y que cada año se agranda con nuevos hoteles, con nuevas calles, con más cúpulas y torrecillas!...