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El casamiento de mi hijo Alfonso ha tenido lugar el 6 de junio en la iglesia propiedad del gobernador de Chambery. Mi hija política pasó en el retiro más completo los días que precedieron al de la boda.

Visita bebió un poco más de lo ordinario y se quedó traspuesta algunos instantes en un sofá, mientras su marido leía el periódico que había enviado a comprar. ¡Ea, ahora con la música a otra parte! exclamó al cabo la ciega levantándose y sacudiendo la pereza. ¿A qué parte? preguntó Cirilo riendo. Adonde la proporcionan mejor en Madrid; al circo del Príncipe Alfonso. Y así se verificó rápidamente.

Alfonso parece conformado con esta soledad; trabaja, lee, escribe; siempre en su cuarto; por la noche, junto al hogar, se habla con los vecinos de las derrotas de nuestro ejército y de las calamidades que las locuras de Bonaparte han atraído sobre Francia.

No gobernó mucho tiempo Alfonso por su hermano Manfredo, que murió de allí á poco. Entonces Don Fadrique envió á decir á la compañía, que admitiesen por su Príncipe y Señor al mismo Alfonso que los gobernaba. Con esto los Catalanes, y Aragoneses quedaron del todo contentísimos, y tuvieron por seguro su Estado, pues habia de asistir con ellos su Príncipe.

Qui toties non vulgati saporis versus Ibericae Musae intertexuit, toties Heroum Hispanorum facta latino carmine celebravit. La réplica de Columbario á todos estos ataques, es vaga y llena de generalidades. Más digno de atención, aunque lleno de las más exageradas alabanzas al poeta, es lo que dice un cierto Alfonso Sánchez en un apéndice á la obra citada.

Véase la Crónica general de España del rey D. Alfonso, parte 4.ª, fol. 409: Crónica del santo rey, cap. 21: el arzobispo D. Rodrigo, lib. 9, cap. 16. De los Beni Hud de Zaragoza. Véase la nota de la pág. 93. María de Córdoba e a vos el maestro Lope, mi amado electo obispo de la misma, desde agora e a vuestros sucesores, e a todo el cavildo de canónigos, etc.

Otro general de valor, de prudencia y de prestigio, encargóse entonces de inclinar hacia los alfonsinos la rama de que pendía la fruta apetecida y disputada. Fue este el general Concha, que aceptando el mando del ejército del Norte, partió para Bilbao, dispuesto a restablecer la disciplina, aniquilar a los carlistas y proclamar rey de España al joven príncipe Alfonso.

Tenia esta señora la tercera parte de la isla de Negroponte, y de trece Castillos en la tierra firme del Ducado de Athenas. El Infante Don Alfonso tuvo en ella muchos hijos, y ella vino á ser una de las mujeres mas señaladas de su tiempo, aunque Zurita no siente en esto como Montaner á quien yo sigo.

»Al señor Alfonso Daudet, poeta, que reside en París, aquí presente y aceptante,

El padrastrillo me vió entonces y se lanzó sobre . ¡Yo no hice nada! grité. ¡Espérate! rugió mi tío, corriendo tras de alrededor de la mesa. ¡Alfonso, déjalo! ¡Después te lo dejaré! ¡Yo no quiero que me toque! ¡Vamos, Alfonso! ¡Pareces una criatura! Esto era lo último que se podía decir al padrastrillo.