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Al otro lado del barranco hay un corral , en que se hallan aun después de haber sacado muchos los curiosos, bastante cantidad de huesos: la crónica de la provincia dice que en otro tiempo existía una cueva, donde se vieron huesos en una capa de tierra de mas de sesenta pies de altura. El barranco de las Calaberas, es acaso el mas admirable depósito de fósiles que se encuentra en toda Europa.

Por desgracia tuya y fortuna mía, eres la primera crónica que pesco a mano desde mi llegada a Madrid; porque no miento si te juro que me largué al Real con el polvo del camino, después de cumplir con la dispersa familia con dos apretones de manos y tres abrazos a escape.

Y con todo, a juzgar por un pasaje hasta ahora desconocido de esta verídica crónica, se equivocaban de medio a medio. Unos seis meses habían transcurrido desde la desaparición de la bella heroína. El chino trabajaba un día, como de costumbre, en el terreno de Galba, cuando dos mineros compatriotas suyos que pasaban provistos de largos palos y cestos, lo llamaron.

Y si bien este ataque viene de quien, primero que atreverse á manchar honras agenas, no le hubiera estado del todo mal lavar la suya, con todo eso, el mejor abogado de Cieza es su crónica, y hasta que se conozca y se publique, á ser posible, como yo lo he hecho con la GUERRA DE QUITO, acompañada con documentos coetáneos que la justifiquen, la fama del primero de los historiadores del Perú no quedará completamente limpia.

¡Lo que dió usted que hablar en Estella! dijo el extranjero . ¡Qué golpe aquel más admirable! ¿Cómo se escaparon ustedes? Martín contó la historia de su escapatoria, y el periodista fué tomando notas. Puedo hacer una crónica admirable dijo. Luego hablaron de la guerra.

Afortunadamente, según don Fermín, nada les serviría su inutilidad, mientras que Bermúdez era una crónica viva de las antigüedades vetustenses.

Las trituraciones de la quina, á la dósis de un gramo en tres ó cuatro tomas para un dia, son una de las mejores preparaciones contra la fiebre intermitente ó contra la hidroemia, y ciertos estados diatésicos análogos á la accion crónica de la quina.

María Valdivieso, que andaba de monos con su prima, procuraba bostezar con fingido disimulo siempre que la miraba esta; la embajadora de Alemania cantó con notable falta de gracia una balada, que calificó la duquesa de ladrido, y a las doce y cuarto, cuando Pedro López, después de tomar el y encerrar en sus bolsillos provisión de sandwiches suficiente para toda la semana, comenzó a hacer el recuento para la crónica de salones que publicaba La Flor de Lis todos los sábados, sus ojos atónitos pudieron tan sólo contar bajo los artesonados techos el número exiguo de catorce señoras: siete pertenecían a la familia de los pecados capitales y las otras siete podían repartirse entre la de los enemigos del alma: mundo, demonio y carne.

El monge aleman Gerberto, que despues llegó á ser pontífice con el nombre de Silvestre II. Vino á Córdoba, dice en su Crónica el monge Ademaro, causa sophiæ, pues rivalizando en el cultivo de las ciencias y de la literatura los árabes, los cristianos y los judíos, llegó verdaderamente esta ciudad á convertirse en una nueva Atenas.

La conversación recayó, como de costumbre, en la crónica de los asombrosos milagros que se realizaban de continuo en aquella ciudad. Otra monja de Santa Ana oía todas las noches una voz que le denunciaba las asechanzas del Demonio en torno de la celda de tal o cual religiosa.