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El herrador fumaba su pipa con aire bastante hosco, con un cierto desdén por aquella discusión trivial. El tampoco tenía oído para la música, y no iba nunca a la iglesia porque pertenecía al cuerpo médico, y podía ser requerido para las vacas en estado delicado.

Haría lo que había resuelto. Y tranquila, segura de misma, volvió su pensamiento a la Madre Dolorosa, y se arrojó a las olas de la música triste con un arranque de suicida.... , quería matar dentro de ella la duda, la pena, la frialdad, la influencia del mundo necio, circunspecto, mirado... quería volver al fuego de la pasión, que era su ambiente.

No son tan vanos los pavones, ni mas voluptuosas las palomas, ni ménos perezosos los galápagos; solo respiraba vanagloria y deleytes vanos. Probóse Zadig á corregirle, y le envió de parte del rey un maestro de música, con doce cantores y veinte y quatro violines, un mayordomo con seis cocineros y quatro gentiles-hombres, que no le dexaban nunca.

Un soplo formidable, la respiración de un pulmón inmenso, entraba por esta galería. Un zumbido armónico llegaba hasta allí con las ondulaciones del aire, haciendo presentir cierta música lejana, más bien adivinada que oída. En los bordes del arco asomaban cabezas, muchas cabezas: las de los espectadores de los bancos inmediatos, avanzando curiosas para ver cuanto antes a los héroes.

Mientras el confesor Juan, que tal es el nombre del azotado, sufre este inícuo trato por amor de Cristo, y mientras á este santo mártir siguen otros quince, entre los cuales descubren nuestros ojos horrorizados y atónitos la mas varonil fortaleza en las mas delicadas criaturas, en el lindo page y la tierna doncella ; el rey Cordobés vive entregado á los placeres de la poesía, de la música y del amor, y no consiente siquiera que los Cadíes molesten á sus consejeros sometiendo á su conocimiento las causas de los infelices cristianos.

La música era un poco discordante; pero Migajas, en la exaltación de su espíritu, la hallaba encantadora. No es necesario decir que la Princesa bailó con nuestro héroe. Las otras damas tenían por pareja á militares de alta graduación, ó á soberanos que habían dejado sus caballos á la puerta.

Es un ser distinto a la mujer europea; lo reúnen todo: el aire elegante y distinguido de la francesa, el cuerpo modelado a la griega de la hija de Nueva York o de Viena, la gracia española, el vigor de alma italiano, las líneas correctas de una fisonomía inglesa... ¡Pero tienen la indecible movilidad de espíritu que les es propia, esa música en la voz que embriaga, los acentos profundos inspirados por la pasión, y cuando aman, se dan, se dan con el olvido del pasado, con la non curanza suprema del porvenir, absorbidas, confundidas en el amor soberbio que las exalta! ¡Qué agitación misteriosa, intensa, debo hacer latir como una ola el corazón del alemán que se siente entrelazado por dos brazos que hablan en su presión suave, en su contacto tibio y estremecido! ¡Todo lo que ha soñado bajo la influencia de un lieder de Heine, cuando ha podido vislumbrar en el mundo delicioso que crea la imaginación, bañada el alma de una melodía de Mendelssohn lo ve palpitante ante sus ojos, irradiando la santa voluptuosidad que atrae los cuerpos en la tierra, bajo la ley constante del amor!...

A Lacour le pareció que las filas de cañones cantaban algo monótono y feroz, como debieron ser los himnos guerreros de la humanidad de los tiempos prehistóricos. Esta música de notas secas, ensordecedoras, delirantes, iba despertando en los dos algo que duerme en el fondo de todas las almas: el salvajismo de los remotos abuelos.

La música había cesado de tocar, y el cura aprovechó este silencio para expresarse con la exuberancia de un verboso falto de amistades que busca ocasión de esparcir su facundia.

La mañana del siguiente día, víspera de nuestra partida, la Vizcondesa encontrábase escribiendo junto a Cecilia, que tocaba el piano: y era aquella música tan alegre y juguetona, que acabó de disipar mis últimas dudas. No es posible pensaba yo entretanto, estar bajo el peso de una pasión cuando se ejecutan semejantes variaciones, y, sobre todo, cuando se ejecutan con tanta perfección.