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El Milord había sido capataz de las minas de una compañía inglesa, logrando interesar al ingeniero director en fuerza de excederse en la vigilancia del trabajo y no dejar descanso á los peones de sol á sol. La protección del jefe lo elevó á contratista, colocándole en el camino de la riqueza, y, no sabiendo cómo mostrar su gratitud al inglés, había abrazado el protestantismo.

Este debía ser un adversario digno de él. ¡Lástima que sus ojos claros tuvieran una expresión irónica de hombre que todo lo toma á risa, y por debajo de su bigote rubio, muy recortado, á la inglesa, vagase un ligero gesto de insolencia!

En la familia inglesa hay algo que yo no quisiera ver; como por ejemplo las leyes que hacen un tanto dura la condicion de la mujer, pero á pesar de todo, no puedo ménos de admirarla. Sentadas estas breves apuntaciones que he creido necesario consignar, ántes de conducir al lector á Inglaterra, vamos á ponernos en marcha. Salí de Paris á las ocho de la noche en tren directo.

PASTEL DE HÍGADO DE CERDO. Se pica medio kilo de lomo y otro medio de hígado, perejil, pimienta inglesa, pan molido y huevos batidos; se sazona de sal y se envuelve bien todo. Se mete en un molde entre el velo de grasa que cubre el hígado, y bien cubierto con el mismo velo se cuece al horno.

¡Que qué pasa! gritó Kernok con voz de trueno ; ¡que qué pasa, perros! pues que un barco de guerra; una corbeta inglesa que fuerza su aparejo para alcanzarnos... una corbeta que tiene sobre El Gavilán la ventaja de la brisa, porque el viento es más fuerte allá abajo, y sólo nos llegará con ese inglés ¡que mal rayo parta!

En cuanto él veía en el papel de su propiedad los párrafos que iba copiando con aquella letra inglesa esbelta y pulcra que Dios le había dado, ya se le antojaba obra suya todo aquello. Pero su fuerte eran las antigüedades. Para él un objeto de arte no tenía mérito aunque fuese del tiempo de Noé, si no era suyo.

Necesitaba exteriorizar el desaliento en que le había dejado la resistencia de la inglesa á decirle el paradero de Alicia. Soy muy desgraciado, lady. Lo creo contestó ella . Mis desgracias son más grandes que las de usted, pero las sobrellevo mejor. Para Mary, la vida era á modo de una balanza.

Espero sacar mucho partido de mis averiguaciones esta noche. Verdaderamente dijo Calomarde si ha de haber un choque con la embajada inglesa, lo mejor es dar fuerte sobre el pobre cómplice si se descubre, y decir: «aquí que no peco». Así anda la justicia en España objetó la de Leiva.

Cierto no habrá lector que haga al señorito Octavio la ofensa de suponerle desprovisto de un diario. Los héroes de novela tienen ciertas obligaciones á las que no pueden sustraerse. aquí algunos trozos arrancados de su cuaderno. Son de gran utilidad para el curso de esta historia. Están escritos de su mismo puño en una magnífica letra inglesa. Julio 26.

La inglesa corrió a la estancia que Amaury le indicaba con la mano mientras que Antoñita le preguntaba: ¿Y usted por qué no entra? Porque me han cerrado la puerta y me han echado de esta casa. ¿Quién? ¡El! ¡el padre de Magdalena! Y tomando el sombrero y los guantes, Amaury huyó como un loco del palacio de Avrigny. Cuando Amaury entró en su casa encontró a un amigo que le estaba aguardando.