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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Para que un Gobernadorcillo pueda cumplir con la costumbre, ha de ser rico, y como ya sabemos que el indio por nada prescinde de aquellas, de aquí, que aseguramos lo es. Alumbró el domingo, y el primer rayo de luz que se desprendió de los cielos, fué saludado con el estruendo de los versos, el volteo de las campanas, el reventar de las bombas y los acordes de la música.
Susana, consternada, no había dicho palabra. Hojeaba, delante del piano, su cuaderno de música, tan abstraída en la lectura de fusas y semi-corcheas, que parecía no haber oído nada, no haber visto nada.
Introducid á un hombre: entonces la geometría se convierte en armonía celestial, entonces hay música, hay encantos.
Algún ciego alquilado para toda la noche, como la araña y la alfombra, y para descansarle un piano, tan piano que nadie lo consiguió oír jamás, eran la música del baile, donde nadie bailó.
Aquellas palabras duras del señor Arizmendi, más que ofender le extrañaron. Joshé no tenía ninguna malicia, toda su vida la había pasado pensando en la música, y de otras cosas nada sabía.
Eso sólo se permite una vez, y no olvide usted que cuando yo quiero que me besen la mano, comienzo por darla voluntariamente... Ya no hay más música; se acabó. Vamos a entretener al niño para que esté quietecito.
Había que vivir en intimidad con ellos para apreciarlos tales como eran. Cuando cesó la música estaba en el puente del castillo. Un suboficial contemplaba las evoluciones de los cisnes en las aguas del foso. Era un joven doctor en Derecho que desempeñaba la función de secretario cerca de Su Excelencia; un hombre de Universidad movilizado por la guerra.
Lo que digo; no saldrás de pobre en toda tu vida... Lo mismo que el tontaina de Ballester: también me salió el otro día con esa música. ¿Nada os dice la experiencia? Ya veis: el pobre Samaniego no dejó capital a su familia, porque también tocaba la misma tecla. Como que en su tiempo no se vendían en su farmacia sino muy contados específicos. Casta bufaba con esto.
En casi todas estas fiestas, que servían de regocijo á la corte de Felipe IV, había siempre, como parte integrante de ellas, así música como bailes, predominando al fin de tal manera uno y otra, que se transformaron por último en verdaderas óperas.
Palabra del Dia
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