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Yo soy el que se irá... En ciertos momentos es lo único que puede hacerse. La música y el ruido del baile volvieron á obstruir sus oídos. Pero todavía, al humanizar el pianista por unos instantes su tempestuoso tecleo, pudo escuchar otra voz.

Este innovador fue Senquá, del cual puede decirse que representaba con respecto a Ayún, en aquel arte budista, lo que en la música representaba Beethoven con respecto a Mozart.

Tal vez el piano amansase a don Juan; pero... ¡quia! éste formaba parte de las fieras, a quienes domina la música, y con gran pesar de su hermana no salía de su indignación. ¿Para esto me has convidado...? has dicho: «Le daremos bien a comer, procuraremos emborracharlo, y después, cuando esté tierno... ¡el sablazoPues hija, te equivocas. Ni ahora ni nunca conocerás el color de mi dinero.

Febrer no había llegado nunca a distinguirlos: una simple variación de ritmo, pues la música y la danza siempre parecían iguales. La moza, con un brazo doblado sobre la cintura en forma de asa y pendiente el otro a lo largo de la hueca faldamenta, comenzó a girar. No debía hacer más: ésta era toda su danza.

Un asado, ciruelas, un caldo, melocotones, caza, albaricoques, patatas, y así otras varias cosas; pero todo esto mezclado y como en tropel. Aquello era á la vez comida y concierto vocal, sólo que la música hubiera podido suprimirse, sin profanar el polvo de Bellini.

Ese tontuelo de don Mariano no ha de tener ojos ni seso cuando no te elige a ti, que pareces mandada hacer para él!... ¡Los dos sois generosos y tranquilos, los dos aficionados a la lectura y a la música, los dos de una edad correspondiente!... Dejando pasar otra pausa, y con voz todavía más apagada, dijo Laura: Pues ya lo ves, él te ha elegido... y me ha desairado.

Maravillosa es la poesía de Shelley por la música del verso, la elegancia de la construcción y la profundidad de las ideas.

La señorita de la guitarra paró un instante la música; pero D. Diego la miró de modo tan terrible, que ella tuvo miedo de que la hiciese tocar como quería hacer bailar á su hijo, y siguió tocando el bolero. Don Fadrique, después de recibir ocho ó diez latigazos, bailó lo mejor que supo.

La Música es la Farmacia del alma, y la... viceversa, ya usted me entiende. Nosotros, ¿qué somos si no los compositores del cuerpo? Usted es un Rossini, por ejemplo, yo un Beethoven. En uno y otro arte todo es combinar, combinar.

Esto es una sinfonía de colores, una verdadera sinfonía. ¡Sinfonía de colores! Una fraséenla que había pescado en una de esas críticas que hablan del «colorido» y el «dibujo» de la música y la «armonía » y los «acordes» de la pintura.