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Como D. Fadrique era persona de mucho seso y sentido común, aunque se hallaba en época de reformas, sistemas y ensueños de toda clase, no pensó en condenar la herencia. Sin el grandísimo deleite de dejar ricos á nuestros hijos, se perdería el mayor estímulo para el trabajo, para el buen orden, para la aplicación y para aguzar y ejercitar el ingenio.

Cálculos y más cálculos hizo, desbaratándose el seso, sin llegar a la solución del temido problema, y los números negábanse a complacerla, dándole la cifra que necesitaba... ¡Qué idea! ¿Acudiría al Sr. de Pez? ¡Oh!, si llamara a esta puerta seguramente sería oída, pero no se atrevía. El 12 se presentó Torres con sus ojos de huevos duros impregnados de una dulzura atónita.

Conquistada Antequera , "el Infante puso por alcayde en el castillo e la villa a Rodrigo de Narbaez, su doncel, que había criado desde niño en su cámara, y era caballero mancebo esforzado, e de buen seso e buenas costumbres, y era hijo de Fernán Ruiz de Narbaez, que fué buen caballero y sobrino del Obispo de Jaén; e mandóle que tuviese en la fortaleza veinte hombres d'armas tales quales él entendiese que convenía para la guerra e guarda."

De aquestos dos el uno pierde el seso, Al otro en breve tiempo lo enterraron, El preso por sentencia fué privado Del título y blason de Adelantado.

Es un hombre de buen seso, Descolorido, encendido; Alto, pequeño de cuerpo; La boca, por donde come; Barbirrubio y barbinegro; Y si no lo miré mal, Es médico o quiere serlo, Porque, en mandando que sangren, Aunque sea del pescuezo... NU

Y otros ratos parece que me vuelvo el hombre de más seso del mundo, ¡y se me ocurren unas cosas...! De tan sublimes que son no las puedo expresar; me tiembla la lengua, me la muerdo y escupo sangre... Después me quedo como el que sale de un desmayo». Acuéstate y descansa le propuso su mujer compadecida y asustada . Eso no es más que cansancio de tanto discurrir.

Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena presto se guisa la cena, y quien destaja no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener seso ha menester. ¡Eso , Sancho! -dijo don Quijote-: ¡encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas!

-Y ¿qué es lo que dices, loco? -replicó don Quijote-. ¿Estás en tu seso? -Levántese vuestra merced -dijo Sancho-, y verá el buen recado que ha hecho, y lo que tenemos que pagar; y verá a la reina convertida en una dama particular, llamada Dorotea, con otros sucesos que, si cae en ellos, le han de admirar.

Este hombre, en el conjunto, podía llamarse buen mozo, uno de esos Rolandos lo más á propósito para volver el seso á ciertas mujeres que pertenecían á cierta clase media, despreciadoras de gente menuda, que no podían aspirar á los amores de los caballeros de alto estado, y que se contentaban y aun se daban por dichosas con los amores de hidalgos del porte y talante del sargento mayor don Juan de Guzmán, que era el hombre que hemos descrito, que se paseaba en el profanado dormitorio de Francisco Montiño y que hablaba por monosílabos con su mujer.

Sánchez Morueta reía ruidosamente. Estás loco, Luis. Por algo tienes esa fama de original. La lectura te ha trastornado el seso. ¿A qué tanto fantasma, y dramas, é intrusos... y demonios coronados?