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Actualizado: 4 de junio de 2025


Aquella amistad era como la de un padre joven y un hijo que le trata como a un camarada respetable y de más seso. Pero además Paco veía en su Mesía un héroe. Ni el ser heredero del título más envidiable de Vetusta, ni su buena figura, ni su partido con las mujeres, envanecían a Paco tanto como su intimidad con don Álvaro.

Sin olvido, no habría hueco para las ideas y los sentimientos nuevos. Si no olvidáramos no podríamos vivir, porque en el trabajo digestivo del espíritu no puede haber ingestión sin que haya también eliminación». Me tengo por hombre de seso, y sin embargo, yo me iba derecho al abismo.

El Delfín afectaba una gravedad y un seso propios de su talento y reputación; pero acentuaba tanto la postura, que parecía querer olvidar con una conducta sensata las chiquilladas del periodo catarral. Con su mujer mostrábase siempre afable y atento, pero frío, y a veces un tanto desdeñoso. Jacinta se tragaba este acíbar sin decir nada a nadie.

«Supongo añadió que andaremos en coche y a caballo, que tendremos buena mesa y palco en el Real». Echose a reír Juan Bou y dijo que no pensaba correrse mucho, ni hacer el oso, ni ponerse en ridículo como un indianete sin seso; que tan sólo obsequiaría a cuatro amigos, y que sin abandonar su taller, trataría de ver qué sabor tiene la sangre del pueblo.

Aurelio, estás en tu seso? Antes por estar en él, Soi para tan cruel. Ay desdichado subceso! Es posible que tan poco Valgan mis ruegos contigo? Sin duda que este enemigo Es muy cuerdo, o es muy loco Aparte. Ruin, sin razón ni compas, Nacido de vil canalla, Pensabades ya triunfalla, Holgando sin mas ni mas? Necio, tanta fantasia Pensais que hablamos de veras?

Comprendí que el hombre era un enfermo y que la alegría que acababa de recibir le había quitado el poco seso que solía tener, y dije para distraerlo: Deje el vuelto no más, no se preocupe: otro día me lo da. ¡Ah!... ¡!... ¡Bueno!... Y luego, pasándose la mano por la frente, exclamó, como quien vuelve de un sueño: ¿Ve?... ¡Ya se me iba la cabeza!... ¡Amigo, qué cosa!... ¡No puedo pensar en nada!

FURRIER. ¿De burlas habían de ser, señor Gobernador? ¿Está en su seso? JUAN. Bien pudieran ser atontonelados; como esas cosas habemos visto aquí. Por vida del autor, que haga salir otra vez a la doncella Herodías, por que vea este señor lo que nunca ha visto; quizá con esto le cohecharemos para que se vaya presto del lugar.

Izoca: "mas valdria, Responde muy soberbio, sin paciencia, Matar toda la sangre vieja y fria, Pues quita á los osados corazones La causa de venganza y ocasiones." El viejo Tabobá con pecho fiero, A Izoca respondió: "mal has hablado, Contino la tuviste ser parlero, Sin seso, sin verguenza, deslenguado: A ti junto con otro compañero Haré entender quien soy en estacado."

Cunegunda se postró á sus plantas, y las bañó en llanto, pero fué en balde. ¡Fatuo, sin seso, le dixo Candido, te he librado de galeras, he pagado tu rescate, y el de tu hermana que estaba fregando platos, y que es fea; soy tan bueno que quiero que sea mi muger, y todavía quieres tu estorbármelo! Si me dexara llevar de la ira, te matara segunda vez.

La guerra, la política, ofrecen un espectáculo de confusión lamentable. Don José de Relimpio manifiesta con gran seso que la cesantía de treinta mil reales que disfrutan los ex ministros españoles es la causa de estas tremolinas. Julio. Alcoy, Sevilla, Montilla. Sangre, fuego, crímenes, desbordamiento general del furor político. Doña Laura cae gravemente enferma. La guerra civil crece.

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