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Actualizado: 18 de junio de 2025


¿No era cosa que clamaba al cielo que, mientras ellos comían los mendrugos de la miseria, él, atado al potro de una oficina, esclavo de un sueldo miserable y expuesto el día menos pensado a un puntapié del ministro; ella, lidiando con el trajín de la casa, sin más criados que aquella indiecita y la italiana, remendando ropa, punteando medias y hasta fregando cacerolas, si era menester; Quilito, ese pobre muchacho, obligado, muchas veces, a hacer mal papel entre sus amigos, él, que nació entre encajes; los Esteven, ladrones de su fortuna, se regalen y se den la gran vida con lo que no es de ellos, con lo que han robado, , señor, robado?

Cunegunda se postró á sus plantas, y las bañó en llanto, pero fué en balde. ¡Fatuo, sin seso, le dixo Candido, te he librado de galeras, he pagado tu rescate, y el de tu hermana que estaba fregando platos, y que es fea; soy tan bueno que quiero que sea mi muger, y todavía quieres tu estorbármelo! Si me dexara llevar de la ira, te matara segunda vez.

Jacinta besó al delincuente, con gran estupefacción de los otros chicos. «Pues tienes bonito el delantal». Juanín tenía el delantal como si hubiera estado fregando los suelos con él. Toda la ropa estaba igualmente sucia. Tiita le dijo Isabelita haciéndose la ofendida . Si vieras... No hace más que arrastrarse por los suelos y dar coces como los burros.

Incontinenti satisfizo el rescate del baron y Panglós: este se arrojó á las plantas de su libertador, bañándolas en lágrimas; aquel le dió las gracias baxando la cabeza, y le prometió pagarle su dinero así que tuviese con que. ¿Pero es posible, decia, que esté en Turquía mi hermana? Tan posible, replicó Cacambo, que está fregando platos en casa de un príncipe de Transilvania.

En ella le enseñó al ama de llaves que estaba fregando una enorme caldera en la que iban á cocerse media fanega de castañas que estaban en un saco cerca del fogón. Todo esto es para la gente dijo don Silvestre señalando las castañas y un enorme jarro de vino que estaba sobre el vasar. ¿Para qué gente? le replicó su amigo cada vez más sorprendido.

El torero iba a realizar sus deseos, construyendo una casa para su madre. Ella, la pobre, que había pasado su vida fregando los suelos de los ricos, que tuviera un hermoso patio con baldosas de mármol y zócalos de azulejos, sus habitaciones con muebles como los de los señores, y criadas, muchas criadas, para que la sirviesen.

Al llegar á la casa de Pascual, serían las diez de la mañana, lo primero que vieron fué á Pascuala fregando vasos. Preguntáronle si había venido Clara á su casa, y ella contestó: Anoche, si, señor; después de media noche vino. Pero ya reconozco al caballerito sobrino de mi amo, que estuvo allá á preguntarme por su tío. ¡Gracias á Dios! exclamó éste. ¡Qué suerte hemos tenido!

Señor mi amo, le respondió Cacambo, Cunegunda está fregando platos á orillas de la Propontis, en casa de un príncipe que tiene poquísimos platos, porque es esclava de un soberano antiguo llamado Ragotski, á quien da el gran Turco tres duros diarios en su asilo; y lo peor es que ha perdido su hermosura, y que está horrorosa de puro fea. ¡Ay! fea ó hermosa, dixo Candido, yo soy hombre de bien, y mi obligacion es quererla siempre. ¿Pero cómo se puede encontrar en tan miserable estado con el millón de duros que tu le llevaste?

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