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Mientras el confesor Juan, que tal es el nombre del azotado, sufre este inícuo trato por amor de Cristo, y mientras á este santo mártir siguen otros quince, entre los cuales descubren nuestros ojos horrorizados y atónitos la mas varonil fortaleza en las mas delicadas criaturas, en el lindo page y la tierna doncella ; el rey Cordobés vive entregado á los placeres de la poesía, de la música y del amor, y no consiente siquiera que los Cadíes molesten á sus consejeros sometiendo á su conocimiento las causas de los infelices cristianos.

Además de toda la nobleza de su casa y parentela, y de los príncipes de la sangre que cabalgaban en soberbios caballos, apelados por cuadrillas y ostentando las galas y preseas más ricas, iban los ulemas, los imanes, los wazires y cadíes, cada cual en el lugar que le correspondía.

«Otorgó el vencedor que aseguraba las vidas y haciendas á los moradores en pacífica y quieta posesion, que no arruinaria las mezquitas, ni estorbaria el uso y ejercicio público de la religion, que tendrian sus cadíes que juzgasen sus pleitos y causas, etcConde, año 1085.

Si te conduce la piedad en pós de alguno de esos olvidados y pobres mártires, al abrigo de las nocturnas sombras, á la temerosa orilla donde los sayones de los Cadíes acaban de suspender como bárbaro trofeo los cadáveres de sus víctimas, tal vez herirán tus oidos los melodiosos acentos de mágicos laudes, que de uno de los macizos muros del alcázar se elevan á deshora como ténue vapor mezclándose al murmullo del agua en las azudas.

Estas y otras semejantes esclamaciones hacen, acordes en su sentimiento por tan dolorosa pérdida, todos los que acuden á visitar al Sultan difunto, y entre ellos se señalan por sus estremadas demostraciones los jeques de las tribus Modharitas , los caudillos de los Eslavos, los adalides Bereberes y Zenetes, todos los walíes, capitanes, alcaides, cadíes y alfaquís de las circunvecinas provincias, que sin distincion de partidos, y depuesta toda rivalidad de razas, acudieron á la Sede del naciente Califato atraidos por la fama de la nueva fundacion.

Vemos luego presentarse en la fúnebre estancia, con rozagantes aunque enlutadas vestiduras, y haciéndole cortejo una lucida guardia de honor, al príncipe Abdullah, grave y taciturno, que viene á sustituir á su hermano Hixem, sucesor en el trono, y ausente en Mérida, en el oficio de Imam, y á quien el Cadí de los Cadíes deja respetuosamente el puesto junto al féretro.

Los primeros mártires que aparecen sentenciados á muerte por el consejo ó mexuar del rey sarraceno son Jorge, Felix, Liliosa, Aurelio y Sabigoto, los cuales fueron decapitados en el mes de julio del año 852. Hasta entonces las causas de los cristianos que se ofrecian al martirio no habian salido de la jurisdiccion de los Cadíes. Véase la vida y martirio de Sta. Sabigoto.

El metropolitano de Sevilla, Recafredo, cediendo á las intimaciones de Abde-r-rahman, prohibió á los cristianos presentarse voluntariamente ante los Cadíes para confesar á Cristo, y persuadido de un esceptor de tributos que despues apostató de la religion cristiana, mandó que no se tuviesen por mártires, sino por malhechores temerarios, los que espontáneamente se ofreciesen á los referidos jueces.

Entretanto, el mismo Abu-el-Casín hizo alarde y reseña de todos aquellos respetables wazires, ministros, cadíes, oradores, literatos y poetas que componían sapientísimo diván, y encontró que, sumados cuidadosamente uno por uno, y tomando sus nombres para evitar toda confusión, no se hallaban más que ciento y doce sabios entre todos.

»¿Qué has hecho de tu gloria, le he dicho lleno de dolor? ¿de qué muro cuelgan las espadas de tus héroes? ¿dónde estan el trono de tus reyes y la silla de tus cadíes? ¿ninguno de tus libros pudo salvarse de la hoguera? ¡Ay! cada siglo va arrancando una hoja de la corona de tu gloria; y permaneces muda é impasible como un cadáver.