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Ellos se apellidan los restauradores de la espiritualidad del alma, y de la libertad humana; y cuando hablan de Dios, poco falta si no le exigen un tributo de gratitud por haber restaurado su trono.

Asentadas, pues, estas observaciones, que serán después confirmadas con el examen más prolijo de las obras de cada poeta, y que son necesarias para comprender su historia, nos ocuparemos de nuevo en trazar los contornos externos del teatro español, desde la ascensión al trono de Felipe IV.

Pero usted, Tarlein, ¿cree usted que el Duque no tiene ya elegido candidato al trono, el candidato de la mitad de los habitantes de Estrelsau? Tan cierto como hay Dios, Rodolfo pierde la corona si no se presenta hoy en la capital. Cuidado que yo conozco a Miguel el Negro. ¿No podríamos llevarlo nosotros mismos a la ciudad? pregunté. Bonita figura haría dijo Sarto con profundo desprecio.

11 Apresurémonos, pues, de entrar en aquel Reposo, que ninguno caiga en semejante ejemplo de incredulidad. 16 Lleguémonos pues confiadamente al trono de su gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna.

Todas las personas más o menos piadosas y amantes de nuestras tradiciones católicas, todo el que detestaba la persecución que la Iglesia padecía y ansiaba el reinado de Jesús en la tierra por mediación de sus ministros, estaba pendiente de tal guerra formidable donde se debatían, no sólo los derechos más o menos respetables de un pretendiente al trono, sino también los más caros y augustos intereses de la religión.

Pintaría yo, por último, la guerra sostenida contra los soldados del imperio griego y cómo fueron vencidos. Abu Hafáz entonces se enseñorea de la isla toda y pone su trono y la capital de su dominio en una fortaleza, fundada por él y cuyo nombre fue Candax. Así borró por espacio de siglos su antiguo nombre a la isla que vino a llamarse Candía.

Ya lo dijo Rafael ; ya que ha escrito una oda contra el trono bajo el seudónimo de la Tiranía. ¡Pobre tiranía! dijo el general ; de árbol caído todos hacen leña: ¡ya recibió la coz del asno!

Mientras Felipe IV ocupó el trono de España, el teatro, en consideración y en cuanto á elementos esenciales, se mantuvo á la misma altura, á que había llegado, á consecuencia del impulso que recibió en los primeros años del reinado de este Monarca.

Sólo entonces, y si acertamos a dar con el verdadero y legítimo Preste Juan, que tantos han buscado en balde hasta ahora, yo le rendiré, le cautivaré, me sentaré en su trono y vendré a ser la Papisa Juana del Oriente. Teletusa, Tiburcio y los dos jaques, holgaron mucho de oír este razonamiento; le aplaudieron y le celebraron con risas estrepitosas.

Nada, doña Ramona, hay que resignarse por algún tiempo a ser reina destronada de Matapuerca... La Restauración la restablecerá a usted muy pronto en su trono... ¿Y sabe usted lo que estoy pensando? añadió el general como asaltado de una idea repentina . Que la reina tendrá mucho gusto en oír de usted misma esas noticias. ¿Tendría usted inconveniente en venir a Palacio?...