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La simplicidad es una ley necesaria de todo ser: un ser compuesto, mas bien que un ser, debe llamarse un conjunto de seres. Esto dimana de que el principal medio de intuicion para nosotros es la sensibilidad; la cual estriba en representaciones basadas sobre la extension.

Llámase, por singular antífrasis, Casa de las Batallas, cuando debía llamarse Casa de las Paces, dado que en ella las pactaron y juraron dos bandos ferocísimos que, durante mucho tiempo, cubrieron á Salamanca de sangre y luto. «Ira odium generat, concordia nutrit amorem» dice una inscripción sobre el arco de la puerta de aquella casa desde el día que se firmaron allí las mencionadas paces.

Y ahora se me representa en el recuerdo la imagen de Belarmino, zapatero filósofo, que vivía también en Rúa Ruera, tipo casi fabuloso, al cual pertenece precisamente la anterior teoría sobre las palabras: «La mesa, decía, se llama mesa porque nos da la gana; lo mismo podía llamarse silla; y porque nos da la gana llamamos a la mesa y a la silla del mismo modo cuando las llamamos muebles; pero lo mismo podían llamarse casas; y porque nos da la gana llamamos a los muebles y a las casas del mismo modo cuando los llamamos cosas.

A poco murió su madre, y la huérfana, sin hermanos ni parientes próximos, se vio sola en el mundo, frente a frente de aquel tirano, que más debiera llamarse tal que no esposo y compañero. No tenía la Condesa razón alguna para amar ni respetar a su marido; pero amaba la limpieza de su fama, y temía a Dios y veneraba los preceptos morales y religiosos.

Estos doce eran los edecanes, como si dijéramos, de los otros seis, que bien pudieran llamarse el estado mayor del aspirante a diputado.

Pero por una de esas excepciones que apartan en algo al individuo de las reglas generales del tipo para constituir en el un carácter propio, tenía la condesa un pudor especial, un extraño pudor que pudiera muy bien llamarse el pudor de su marido.

Y ahora, Ester, dijo el anciano Rogerio Chillingworth, como había de llamarse en lo sucesivo, te dejo sola: sola con tu hija y con la letra escarlata. ¿Qué es eso, Ester? ¿Te obliga la sentencia á dormir con la letra? ¿No tienes temor de que te asalten pesadillas y sueños horribles?

Que yo me quedo aún en el pueblo, y que á los tres días se bautiza solemnemente un niño. Aunque me digan frailes franciscos que aquel niño es hijo de matrimonio, y que es hijo de Juan Lanas y de su mujer, yo diré siempre, aun cuando pasen muchos años: ese tal no se llama Juan Lanas, ó no debe llamarse, sino Juan de Quevedo y Sandoval.

La doncella Coimbra anuncia lo siguiente al principio: «Por esta pieza averiguaréis la causa de llamarse Coimbra esta ciudad, en donde descansan el león, la serpiente y la princesa, que lleva en su escudo desde tiempo inmemorial, y sólidas razones os convencerán á dónde voy y de qué planeta vengo; y por esta causa los mancebos hablan con tanto calor, y son tan cortos los cuellos de las doncellasetc.

Pero en este año, á 7 de setiembre, Francisco de Simancas, de edad de 8 años, presentó en cabildo unas Bulas en que mandaba el Papa darle la posesion del arcedianato de Córdoba y de una racion que habia resignado en él su tio D. Francisco de Simancas con las mismas reservas; pero que, consintiendo su tio, pudiese asistir al coro y cabildo y llamarse arcediano: en lo que luego al punto consintió el arcediano viejo.