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Pero además de las Novenas tenían las almas piadosas otras muchas ocasiones de alabar a Dios y sus santos, en solemnidades tan notables como las fiestas de Pascua y las de Cuaresma, especialmente en los Sermones de la Audiencia, pagados por la Territorial todos los viernes de aquel tiempo santo y de meditación, según Cármenes.

Venía de oír varias misas, de asistir a una reunión de Hermandad, de hablar con los señores de la Conferencia, que le entregaban las estampitas y hojas piadosas para los impíos de la plebe. Los domingos eran días de gran trabajo. Se negó a aceptar los restos del almuerzo que le ofrecía el joven. Gracias, señor de Maltrana; no era orgullo, pero estaban en Cuaresma, y él ayunaba rigurosamente.

Decíase entre las damas piadosas, y esto llegaba a sus oídos, que, si era cierto que tenía palabra más fácil que el joven excusador, la mayor parte de las veces «no había sustancia en lo que decía,» y que éste le aventajaba mucho en peso, en razón natural y en instrucción.

Desde la sala donde estaba la niña difunta, las piadosas mujeres que le hacían compañía oyeron espantosa algazara, que al través del pavimento del piso superior llegaba hasta ellas, conturbándolas en su pena y devoto recogimiento.

«Pues un coche, un coche.... Se me engaña; si eso fuera cierto, usted estaría al lado de Víctor...». Frígilis explicó su presencia lo menos mal que pudo. Las mentiras piadosas fueron inútiles; Ana se dispuso a salir sola, a correr en busca de su Víctor.... Hubo que decirle una verdad; la muerte de su esposo. Quiso verle muerto, pero no pudo moverse; cayó sin sentido y despertó en el lecho.

Era el organizador y el hombre de acción de todas las asociaciones piadosas. Su ideal consistía en tener á los liberalitos en un puño y no dejar que las gentes de la Maketania se apoderasen del país.

Se retiraba temprano a casa, frecuentaba las iglesias y paseaba muchas tardes con algún clérigo; se hizo socio de varias cofradías piadosas, entre ellas de la de San Vicente de Paul, visitando a los pobres en compañía de los beatos de la villa y gastando no poco dinero en donativos para el culto.

Conmigo, sin embargo, este caso se da muy raramente, y si yo me hago la ilusión de ser leído por alguien, es, tan sólo, gracias a ciertas almas piadosas que de vez en cuando me envían misivas insultantes a propósito de mis artículos. Yo enseño estas misivas y consolido con ellas, ante las Empresas, mi posición y mi prestigio.

Piadosas, humildes, reverentes con Dios y con sus Ministros, su religiosidad brilla principalmente por una ardentísima devoción á la Virgen y por un miedo cerval al demonio. La Virgen es para ellas preferente objeto de un amor indefinible.

, ya conozco sus costumbres piadosas; pero de todos modos, ya le debo otras atenciones que aunque de categoría menos elevada... No hablemos de eso, Sr. Llot se apresuró a decir la señá Rafaela extendiendo la mano. Hablemos, , señora. Yo no puedo olvidar ni un instante los favores que se me hacen. Precisamente había venido esta noche a arreglar nuestras cuentas.