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Volvió a mirarla fijamente y palideció. «Me han asegurado dijo que usted pretende pasar por hija de mi desgraciada Virginia. ¿Es cierto que usted lo cree así? ¡Oh!, ¡que si lo creo! exclamó Isidora echándose a llorar . Si no lo creyera, no viviría...

¿Cree usted de verdad que le hará feliz mi hija Gloria? ¿Por qué no, señora? Mucho le agradezco esa buena opinión que tiene de mi niña. ¡Los padres gozamos tanto cuando oímos elogiar a los hijos de nuestro corazón!... ¡Pobresito! Se conoce que tiene usted buenos sentimientos. ¿No es verdad, don Oscar, que nuestro amigo Sanjurjo tiene un alma muy buena?

La mujer enamorada de un hombre, cuando sólo le ama con el amor de las entrañas, no le ama más que le ama su madre; pero cuando le ama también con el amor del espíritu, le ama mil y mil veces más que la madre más amorosa; le idolatra; le mira como a un dios; tiene fe en él; le cree capaz de todo lo grande y de todo lo bueno; piensa que de la voluntad de él, que es ley para ella, han de nacer el milagro, el bien y la bienaventuranza para todos.

¿Y cree usted que existe alguna niña que no sea feliz con el apellido y con la fortuna de un Nuezvana? , señora, lo creo; es posible, aunque parezca absurdo. Porque nos casamos, antes que con el apellido y la fortuna, con la persona. El matrimonio es, ante todo, un negocio espiritual, y puede haber apellido y fortuna, y no haber espíritu.

Nietzsche gusta en cierto modo de la libertad, pero detesta la igualdad y considera ridículo que los hombres pretendan ser iguales, ni siquiera ante la ley, ni ante la justicia, ni en una vida futura y ultramundana en que no cree, ni ante un Dios cuya existencia niega.

Después, con una expresión púdica y tímida, añadió: Yo no soy como usted me cree. Los hombres aceptan con asombrosa facilidad todo lo que les cuentan acerca de las mujeres, y ¡á saber qué es lo que le habrán dicho á usted de !... Reconozco que he sido poco dichosa en mi matrimonio.

No le quedó en el cuerpo un solo pormenor. « Alvarez, que es muy largo, muy sutil me dice: ¿Cree el señor García que Cervantes escribió con pureza el idioma castellano? Yo que le vi venir en seguida le respondo: Distingamos: ¿Qué entiende el señor Alvarez por escribir con pureza un idioma? ¿Es acaso aceptar en absoluto como un esclavo todos sus giros y locuciones?

Lo dominan mejor envileciéndolo: sienten con ello la satisfacción egoísta del que hace una limosna. La mujer, eterna mendiga del hombre, experimenta el mayor de los orgullos, se cree un ser extraordinario, una heroína, cuando á su vez puede dar dinero á uno del sexo que la ha mantenido siempre. Novoa, con una taza en la mano, escuchó atentamente al príncipe.

Es este un terreno en el que se cree maestro y en el que no soporta incursiones extrañas más que con sonriente piedad. Hubiera él preferido no verse obligado a responder, y salió del paso con su habilidad acostumbrada para no herir a nadie.

Su mujer y una hija están en el departamento de Lion, su hija es la directora de correos en una cabeza de partido, y viene á Paris con el fin de buscar empleo á otro hijo que tiene, á su Hipólito, antes de morirse, hora que cree cercana.