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, señora; el señor Fabrice es una honrada persona y un hombre de talento cuyo nombre me sentiré orgullosa de llevar. Supongo que no ignoras a quién sucedes como esposa... su primera mujer fue una lavandera. Perdón, señora, era florista. ¡Es lo mismo!... ¡en bonita sociedad te vas a meter! Me encontraré contenta en ella si soy tratada con consideraciones.

Cuando María quedó sola y en pie frente a la tertulia, produjo como siempre un estremecimiento de admiración: «¡Qué hermosa, qué hermosa! ¡Esta chica cada día es más bonita! ¡Qué gusto exquisito tiene para vestirse! ¡Parece una reinaEstas y otras muchas frases laudatorias fueron las que se dijeron al oído los tertulios de los señores de Elorza.

Limitose a responder por fórmula que lo pensaría; pero una voz de su alma le declaraba que aquella gran mujer y madre tenía tratos con el Espíritu Santo, y que su proyecto era un verdadero caso de infalibilidad. ii Porque Jacinta era una chica de prendas excelentes, modestita, delicada, cariñosa y además muy bonita.

Tranquilízate, ven acá le dijo con dulzura . Hablaremos.... Es verdad que no eres muy bonita... pero no es propio de una joven discreta apreciar tanto la hermosura exterior. Tienes un amor propio excesivo, mujer.

De vez en cuando procuraba verter alguna frase bonita para que éstos la reprodujesen en su diario y las gentes se admirasen de mi valor. Llegó por fin el instante terrible de emprender la marcha hacia la muerte, y yo la emprendí con la mayor sangre fría.

A ratos injuriaba con dura frase a la justicia humana, exaltándose, para caer después prontamente en el desánimo y derramar abundantes lágrimas. Su sueño era entonces breve, erizado de pesadillas, como un camino incierto y tortuoso, lleno de obstáculos. Unas veces se le aparecía Riquín, ladeando con gracia la enorme cabeza bonita, fusil al hombro, marchando al paso de soldado.

Iba, pues, a darle una respuesta evasiva cuando le vi dirigirse apresuradamente al otro extremo del andén y saludar a una joven bonita y muy elegantemente vestida, que acababa de dejar la sala de espera. Podría tener unos treinta o treinta y dos años y era alta, morena y algo gruesa.

Por lo pronto, en consecuencia de tales observaciones, calificó á su sobrina, de quien hasta entonces apenas había hecho caso, de bonita y de discreta. Se puede decir que la miró concienzudamente por primera vez, y vió que era rubia, blanca, con ojos azules, airosa de cuerpo y muy distinguida.

Este caballerito da unos gritos ... dijo Paz, alzando mucho la voz. ¿Ves? Ha venido á las doce. ¿Qué te parece, Salomé? Habrá estado en algún club de gente perdida. ¡Bonita alhaja hemos metido en casa! ¿Y dice usted, caballerito, que ha tenido que hacer? , señora: he tenido cierto negocio contestó Lázaro un poco amostazado con las impertinencias de las dos viejas....

Luego la miseria y ¡con qué circunstancias, con qué detalles! Mas vale no acordarse. Dicen que soy bonita; ¡entonces si que lo era! Yo le enseñaré a Vd. un retrato de aquel tiempo y comprenderá Vd. que ciertas cosas no pueden menos de suceder. Porque, una de dos: o tiene la mujer valor para tirarse por el balcón o no lo tiene... A me faltó coraje.