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Pasamos malísimos ratos, eso añadió la señora; pero en cambio no conocemos el morir, y nuestro Genio Creador nos permite reunirnos en ciertas festividades para celebrar las glorias de la estirpe, tal como lo hacemos esta noche.

Hay que reconocer que ese hombre tenía que concluir de mala manera; pero eso no quita que una le tenga lástima. Estuve muy mala aquel día, y a ratos me entraban ganas de llorar. Mal se portó conmigo, muy mal... ¡Ah!, ya veo yo que todo se paga en este mundo». ¡Pobre señor! exclamó Fortunata . A también me dio lástima cuando lo supe.

Como su madrastra ni entendía mucho en estos asuntos, ni estaba en disposición, a causa de su quebrantada salud, de tomar parte activa en los preparativos, el alma de ellos fué Clementina. Pasaba el día en casa de su padre, robando sólo algunos ratos que dedicaba a Raimundo.

A ratos, como vencido por esta hostil certidumbre, el espíritu de análisis flaqueaba, y Julio recaía en la contemplación interior de su tristeza, ¡Cómo había cambiado todo, repentinamente!

Este interesante autor era leído algunos ratos en voz alta por uno de los hijos mayores, pues no había lectura más sabrosa que aquella para D. Benigno, después de la de Rousseau; y todos se quedaban pasmados oyendo la magnífica descripción del caballo, la pintura del león, o la peregrina industria de los castores.

Para atenuar las horas tristes, sacaban fuerzas de flaqueza, alegrando con afectadas fantasmagorías los ratos de la noche, cuando se veían libres de acreedores molestos y de reclamaciones enfadosas. Fue preciso hacer nuevas mudanzas, buscando la baratura, y del Olmo pasaron al Saúco, y del Saúco al Almendro.

No se me ocurre nada. Más vale que olvidemos eso y sigamos como hasta ahora rindiendo culto al arte de Fidias en secreto y en los ratos de ocio. Miguel le miró en silencio y con atención algunos momentos. No es verdad. Me estás engañando y te invito a que no lo hagas. Creo tener derecho a que me hables con franqueza.

Alguna vez se le había arrojado a Mesía a los brazos una mujer loca de puro enamorada; pero estas aventuras eran muy raras. Además: si la mujer no fuera tan lasciva a ratos, las victorias escasearían; por amor puro se entregan pocas. Más hace la ocasión que la seducción. La seducción debe transformarse en ocasión».

Así es nuestra pecadora naturaleza. Como venía de la mesa malhumorado no hizo más que saludarle, encerrándose después en un silencio sombrío y poco cortés. Pero García estaba habituado a estos silencios y respetaba el carácter caprichoso y a ratos poco comunicativo de su amigo.

Este conspicuo sujeto fué el encargado de entenderse nada menos que con el famoso Thiers, el cual debió pasar muy buenos ratos en su compañía y en el de las hembras y mozos de tronío que para festejar al francés se reunieron en la calle Jimios, al olor de un buen pago.