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Ella se preocupaba de la vida de su vida; le acosaba con preguntas para conocerla con todos sus detalles; la hacían reír mucho sus relatos de aventuras en los bajos fondos de Madrid. Quisiera ver eso; conocer sus bohemios, sus cantaoras. Lléveme con usted, Fernandito; sea usted bueno. Yo conozco algo de París, pero lo de aquí es indudablemente más interesante, más típico... Debe oler a puchero.

Además, estos minuciosos detalles coadyuvan á esa autosugestión, tan preciosa para el arte del comediante.

No deje Vd. de ir, compañero; esa señora es una potencia. Con lo cual a la hora marcada se presentó en casa de la Condesa, que le recibió en un espacioso gabinete seriamente alhajado donde a vueltas de mucha severidad había detalles que acusaban a la mujer elegante.

Los pájaros, siempre curiosos, sólo pudieron saber que la maestra era huérfana; que salió de la casa de su tío para ir a California en busca de salud e independencia; que Sandy era huérfano también; que llegó a California en busca de aventuras, que había llevado una vida de agitación desordenada, y que trataba de reformarse, y otros detalles que desde el punto de vista de aquellos alados seres sin duda debían de parecerles estúpidos y de poca miga.

Si ella le hubiese conocido, le hubiera amado con toda la fuerza de su alma; porque las pasiones románticas, las pasiones violentas eran las que su corazón anhelaba, y a cada momento Isabel interrumpía a su hermana, haciéndole repetir los menores detalles de su narración. Ya conocen, mis queridos amigos, mi suerte, y pueden explicarse la situación en que me encuentro.

Cuando se trataba de un barco, siempre tenía que explicar con detalles la clase de su aparejo, su tonelaje y sus condiciones marineras. Últimamente, las serpientes aladas, las sirenas, las brujas y la Curcushada, en combinación con la vejez y con el alcohol, le trastornaron un poco.

En vano el banderillero hacía memoria del suceso, con toda clase de detalles, para convencerla de que la desgracia había sido casual. No; Gallardo, según ella, había querido acabar para siempre, y a no ser por el banderillero, le habrían sacado muerto del redondel. Cuando terminaron las operaciones, la familia volvió a la casa.

Quevedo al leer no se reía; su acento al leer era el de un profundo crítico, que aprecia cada uno de los detalles, cada uno de los pensamientos, cada una de las bellezas, y las determina, las anota, por decirlo así, con la inflexión del acento, con la acentuación particular de la palabra; que admira y que acaso envidia, y que toma la lectura por lo serio.

Pasando por alto detalles desnudos de interés, diremos que una noche, hallándose el Rey del Monte entre la espesura de un bosque, acompañado de su coima y de cuatro o seis de los suyos, Dalila cuidó de embriagarlos, y a una hora concertada de antemano penetraron en el bosque los soldados. El Rey del Monte despertó al ruido, se lanzó sobre su trabuco, apuntó y el arma no dio fuego.

Susana oía extasiada, y se hacía repetir los detalles: ¿decía que el cuarto del tío estaba de este lado? ¡ah! después del comedor.