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Habíale dicho también el criado como iba proveído por oidor a las Indias, en la Audiencia de Méjico. Supo también como aquella doncella era su hija, de cuyo parto había muerto su madre, y que él había quedado muy rico con el dote que con la hija se le quedó en casa.

Que si Rocafort viviera cuando los nuestros ocuparon los Estados de Athenas, y Neopatria, tengo por sin duda que no llamaran al rey de Sicilia sino que le recibieran por su príncipe y señor; pues se pudiera hacer con muy justo titulo, habiendo sido Rocafort su general tantos años en tiempos de trabajos, y debajo de cuyo mando, y govierno habian alcanzado tantas victorias, y dado glorioso fin á tan señaladas empresas.

Planteó el problema de lo que haría cuando ella estuviera casada y se llevara lejos todos los sueños de amor fundados sobre ella. Le pareció que le sería imposible vivir sin aquella presencia, cuyo encanto lo tenía embelesado desde hacía tanto tiempo. Entonces, en un acceso de rabia interior, sintió haberse sacrificado. ¿No debía más bien haber dejado cumplirse los acontecimientos y que la casa se hubiera derrumbado? María Teresa sin dote ¡quién sabe lo que habría sucedido! Por lo menos, ella hubiera visto lo que era capaz de hacer por ella aquel Juan que desdeñaba.

Los gritos partían del piso inferior, cuyo vestíbulo iluminaban vivamente algunas antorchas clavadas en los trofeos que adornaban sus paredes. Frente á una de las tres puertas que daban al vestíbulo veíanse los ensangrentados cadáveres del senescal y de su esposa, ésta con la cabeza separada del tronco y aquél atravesado el cuerpo por una pica.

Pero, si ese porvenir es remoto en el sentido de una transformación definitiva, no lo es respecto a los progresos inmediatos que lo acelerarán. Colombia, después de sus largas y sangrientas luchas, aspira hoy a la paz, cuyo sentimiento empieza a arraigarse de una manera profunda en el corazón del pueblo.

La casa era de estas bajas, trazada según el patrón antiguo, que la piqueta del progreso va ahuyentando del centro de la ciudad: una puerta y dos ventanas a la calle; el zaguán recto hasta el fondo, cortado por dos patios embaldosados y el comedor abriendo sus puertas sobre ambos; y a la derecha, cuatro o seis habitaciones en fila; plantas y aljibe en el primer patio, la escalerilla de las piezas altas en el segundo, cuyo maderamen pintado de verde se ve desde la calle.

Sin embargo, no son siempre estos ataques tan secretos que no tengan algunas veces noticias de ellos, y no escapen entonces muchos de la furia de esta bárbara nacion, cuyo cacique Cancapol hace vanidad de mostrar á sus huéspedes montones de huesos, calaveras, &a.

Después que salió el P. Comisario han continuado los PP. Misioneros obedeciendo al que quedó en su lugar, sin desmayar un punto en su empeño; pero sin más fruto que el de enfurecerse los indios cada día más, continuando sus amenazas y desahogando su enojo en los corregidores, como ministros de los Padres, de quienes se han valido para que, persuadiéndolos á su modo, los alienten con su ejemplo; mas también á éstos han intentado matar, y á uno de ellos sólo con la aflicción de su peligro, murió á pocos días después que lo acometieron, y otros cuatro estaban al presente mal heridos, ya sin valor ni esperanza de resistir á los indios que fielmente están persuadidos á que es ficción de los PP. y no voluntad de su Rey el quitarles las tierras que han poseído por espacio de 130 años, cuyo derecho lo tienen confirmado sus soberanos por repetidas cédulas y que en esta buena fe han fabricado unos pueblos que no son como se dice aldeas, sino que exceden en sus fábricas á las más de las ciudades, etc.

Con solo matar veinte de vosotros, Pues sois de tanta fama y nombradia, La vida por bien dada de nosotros Tenemos todos juntos este dia: ¿Podeis ser mas valientes que los otros, Cuyo valor poco que fenecía? Salid á los vengar, acobardados, Cornudos, mugeriles y apocados."

El caminante dijo que aquella madrugada habían encontrado con aquellos pastores, y que, por haberles visto en aquel tan triste traje, les habían preguntado la ocasión por que iban de aquella manera; que uno dellos se lo contó, contando la estrañeza y hermosura de una pastora llamada Marcela, y los amores de muchos que la recuestaban, con la muerte de aquel Grisóstomo a cuyo entierro iban.