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Allí, en breves razones, se dieron cuenta de sus sucesos; allí mostraron puesta en su punto la buena amistad de dos hermanos; allí abrazó el oidor a Zoraida; allí la ofreció su hacienda; allí hizo que la abrazase su hija; allí la cristiana hermosa y la mora hermosísima renovaron las lágrimas de todos.

D. Julian de Leiva; y concurrido para este acto, en virtud de la citada convocatoria; á saber, el Ilmo. Sr. Dr. D. Benito de Lue y Riega, el Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro, Teniente General, el Sr. D. Manuel José de Reyes, Oidor de esta Real Audiencia, el Sr. D. Diego de la Vega, Contador mayor, Décano del Real Tribunal de cuentas, el Sr.

Que no era imaginario dicho informe, se deduce de que su copia simple me la prestó en Chile D. Nicolas del Puerto, general que fué de Chiloé: quien me afirmó, que, en virtud de este informe, se escribió á los Césares, el año de 1719, por un Sr. Oidor, de quien era amanuense dicho D. Nicolas, y por órden de aquella Real Audiencia, una carta que un indio ofreció levar, y volver con la respuesta.

Despues seguia el inquisidor mayor acompañado del Justicia de Aragon, que iba á la mano derecha con el jurado en cap á la izquierda: luego el 2.º inquisidor y el Zalmedina al lado derecho y el 2.º jurado á la izquierda, el vicario general iba con el jurado 4.º á la derecha, y el oidor mas antiguo á la izquierda: el que representaba á los obispos llevaba al jurado 5.º á la derecha y el otro oidor de la Audiencia á la izquierda: continuaban de dos en dos los oidores de las Audiencias y terminaba el acompañamiento con seis familiares del Santo Oficio con varias levantadas.

A este nombre se turbó la güéspeda, y dijo: -Señor, lo que en ello hay es que no tengo camas: si es que su merced del señor oidor la trae, que debe de traer, entre en buen hora, que yo y mi marido nos saldremos de nuestro aposento por acomodar a su merced. -Sea en buen hora -dijo el escudero.

Con esta relación y con lo que él había visto se acabó de confirmar de que aquél era su hermano, que había seguido las letras por consejo de su padre; y, alborotado y contento, llamando aparte a don Fernando, a Cardenio y al cura, les contó lo que pasaba, certificándoles que aquel oidor era su hermano.

Admirado quedó el oidor del razonamiento de don Quijote, a quien se puso a mirar muy de propósito, y no menos le admiraba su talle que sus palabras; y, sin hallar ningunas con que respondelle, se tornó a admirar de nuevo cuando vio delante de a Luscinda, Dorotea y a Zoraida, que, a las nuevas de los nuevos güéspedes y a las que la ventera les había dado de la hermosura de la doncella, habían venido a verla y a recebirla.

Pero, habiendo visto uno dellos el coche donde había venido el oidor, dijo: -Aquí debe de estar sin duda, porque éste es el coche que él dicen que sigue; quédese uno de nosotros a la puerta y entren los demás a buscarle; y aun sería bien que uno de nosotros rodease toda la venta, porque no se fuese por las bardas de los corrales. -Así se hará -respondió uno dellos.

Pero un oidor de Chile, que le acompañaba en calidad de consultor, complicando á los indultados en el proceso que seguia de oficio contra Tupac-Catari, mandó prender á todos, é hizo destrozar vivo en la Paz á este caudillo.

Pero dejémosle aquí, que no faltará quien le socorra, o si no, sufra y calle el que se atreve a más de a lo que sus fuerzas le prometen, y volvámonos atrás cincuenta pasos, a ver qué fue lo que don Luis respondió al oidor, que le dejamos aparte, preguntándole la causa de su venida a pie y de tan vil traje vestido.