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Finalmente, en otras dos épocas, que caen al principio del verano y del invierno, se tienen los días más largos con las noches más cortas, y los días más cortos con las noches más largas: estos son el solsticio de verano y el de invierno.
No bastaba que adoptase continente grave y mantuviese con él pláticas largas acerca de la alza o baja de las acciones del Banco, ni que le loase la casa por encima de todas las fábricas modernas y le diese útiles consejos en el juego del chapó. De todos modos el gracioso de Lancia observaba allá, en el fondo de sus ojazos encarnizados de jabalí, una nube de recelo que no podía disipar.
Voces largas y jubilosas resonaban a cada instante sobre las colinas. Ramiro dejose invadir por aquella languidez, por aquella holganza crepuscular que desunce los bueyes y refresca en cada cabaña la frente y el pecho de los labriegos.
Mis trabajos, mis penitencias, mis largas y peligrosas peregrinaciones y misiones se me figuraba que habían ganado para mí el favor del cielo; que habían revestido este pecho mortal de un escudo, de una coraza diamantina, que me había hecho invulnerable. Yo soñé que había ahogado en el inmenso piélago del amor divino todos los otros amores terrenales y caducos.
Pasaba largas horas meditando con los codos en la mesa, pero atento al mismo tiempo á un susurro de ligeros pasos que podía sonar de un momento á otro en el corredor inmediato. Todo lo sabía: la trigonometría esférica y rectilínea, la cosmografía, las leyes de vientos y tempestades, los últimos descubrimientos oceanográficos.
En esto habían venido a parar aquellas largas disertaciones acerca del amor, el ideal, los presentimientos y otras reconditeces psíquicas que le había oído, aunque sin comprenderlas, cuando iba a comer a casa; en casarse con un elefante.
Los obreros, dirigidos por el maestro carpintero, lo llevaban suspendido, mientras el duque los seguía recomendándoles atención con una sarta de interjecciones que dejaba escapar oscuramente entre el cigarro y sus labios sinuosos, nauseabundos. ¡F...., despacio!... ¡Despacio tú, papanatas, el de las narices largas!... Cuidado con esa lámpara.... Baja un poco tú.
Así las cosas, empezó a notarse que Primitivo, el montero mayor de los Pazos, venía a Cebre muy a menudo; y como allí se repara todo, se observó también que, además de las acostumbradas estaciones en las tabernas, Primitivo se pasaba largas horas en casa de Barbacana.
Aun en esa misma coleccion enorme de Historias de Filipinas, mas ó menos largas, mas ó menos cargadas de sucesos maravillosos y de relatos de castigos divinos, la cuestion etnográfica es ligeramente tocada por los autores cuya ocupacion predilecta ha sido el relato de los sucesos politico-religiosos.
En ocasiones fueron tan largas las jornadas, que hubo necesidad de destinar algunas horas de la mañana al descanso de los actores.
Palabra del Dia
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