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Ripamilán iba sin escrúpulo, pero ya se sabía que el Arcipreste era como era; él, De Pas, no debía presenciar aquellas escenas, que sin ser precisamente escandalosas... no eran para vistas por un canónigo formal. No, no había que prodigarse; siempre había sabido mantenerse en el difícil equilibrio de sacerdote sociable sin degenerar en mundano; sabía conservar su buena fama.

En una palabra: aquella señora, obediente a las instrucciones del tutor, su hermano, toleraba cuanto podía contribuir a que las jóvenes tuviesen fama de coquetas e insustanciales, y en cambio desarrollaba un mal humor inaguantable y una astucia increíble apenas surgía la posibilidad de que un hombre ganara terreno en el corazón de Susana.

Ana dile que la saludaré luego . Voy a ver a Pedro Real. Sol, gracias por lo buena que es usted con Ana. Usted tiene ya fama de hermosa, pero yo le voy a dar fama de buena. Lucía oyó esto, que hizo que le zumbasen las sienes y le pareciese que caía por tierra: Lucía, que sin ruido había abierto la puerta de su cuarto, y había venido hasta la de la sala, para oír lo que hablaban, en puntillas.

Se sintió arrepentido interiormente de sus cóleras. El maestro era bueno; su fama la repartía con los humildes. Todo lo anterior había sido, indudablemente, obra de los envidiosos, que deseaban separarlos. Durante el banquete, Simoulin no le perdió de vista. El comandante no podía estar a su lado; aspirar á esto hubiera sido un disparate.

Ofreciose después la cuestión de alojamiento; en el colegio ya no podía permanecer; el brigadier pensó en la casa de su hermano Bernardo; pero habiéndole tocado el asunto con delicadeza, halló una acogida tan fría, quizá por la fama que Miguel tenía adquirida de travieso, que le dejó muy ofendido, y jurando no volver a pedir jamás un favor a su hermano.

-Cogido le tengo -dijo Sancho-: luego la fama del que resucita muertos, da vista a los ciegos, endereza los cojos y da salud a los enfermos, y delante de sus sepulturas arden lámparas, y están llenas sus capillas de gentes devotas que de rodillas adoran sus reliquias, mejor fama será, para este y para el otro siglo, que la que dejaron y dejaren cuantos emperadores gentiles y caballeros andantes ha habido en el mundo.

Las Zamboangueñas gozan justa fama de ser las mujeres más bonitas del Archipiélago. Superficie.

Anita, que estaba en la obscuridad, sintió fuego en las mejillas y por la primera vez, desde que le trataba, vio en el Magistral un hombre, un hombre hermoso, fuerte; que tenía fama entre ciertas gentes mal pensadas de enamorado y atrevido. En el silencio que siguió a las palabras del Provisor, se oyó la respiración agitada de su amiga.

De esta gloriosa embajada portuguesa, que el Padre Ambrosio presenció durante su permanencia en Roma, hizo el Padre a los frailes un entusiasta relato. La fama, decía el Padre Ambrosio, había anunciado por toda Italia la novedad singular de la Embajada portuguesa. Gran multitud de forasteros de todas las repúblicas y principados de Italia acudieron a Roma.

Otros guardaban los autores teológicos, y el resto estaba ocupado por todos los libros escritos en favor y defensa de la Compañía de Jesús. Aresti leía con curiosidad los nombres de aquellos autores que le eran desconocidos y á los cuales atribuía el hermano una fama universal. Realmente, era todo antiguo en aquella biblioteca: olía á sepultura. Descendieron á los claustros.